Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista
Acabar una guerra para empezar otra
El jefe del Pentágono, Leon Panetta, se ha prodigado en declaraciones de calado en el marco del la reunión de ministros de Defensa de la OTAN y del «Davos militar» que se cierra hoy en la ciudad de Munich.
Primero anunció el adelanto en un año de los planes de retirada de Afganistán. Panetta salía así al paso de la controversia surgida en el seno de sus aliados, que no ocultan sus recelos -envidia- por la decisión francesa de hacer las maletas el año que viene. La muerte de cuatro de sus soldados a manos de un afgano al que adiestraban ha sido la gota que ha colmado el vaso en un año, no se olvide, electoral en El Elíseo.
La guerra afgana ha devenido tan impopular, tan costosa en bajas militares y en dinero y tan imposible de ganar que EEUU y sus aliados siguen ya la estela que dejó el Ejército Rojo a finales de los ochenta y se muestran locos por negociar -sin la incómoda mirada paquistaní- con los talibanes un acuerdo que les permita, siquiera, salvar la cara en su huída.
Y mientras Kabul se prepara para el retorno triunfal de los «estudiantes del Islam», resuenan los tambores de guerra, pero en el escenario iraní. El mismo Panetta ha dejado caer, como quien no quiere la cosa, que Israel atacará a Irán en primavera.
La política en Oriente Medio es tan enrevesada que, como siempre, es el primo de Zumosol (EEUU) el que lanza la amenaza, advirtiendo de que no podrá por mucho tiempo sujetar la correa de su fiel guardían (Israel).
El tiempo dirá si estamos ante algo más que un desafío en el tablero diplomático -hay quien anuncia la guerra para el verano-. Resultaría, en todo caso, dramáticamente paradójico, que EEUU estuviera a punto de cerrar una guerra para abrir otra.