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Un PSOE partido por la mitad y sin rumbo decide quedarse anclado en el pasado

Se hizo esperar, pero a eso de las cinco y media de la tarde de ayer se conoció el resultado de las elecciones internas del PSOE. Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que lo ha sido casi todo en ese partido en los últimos 30 años, resultó elegido secretario general por un escaso margen de 22 votos, de los casi mil que emitieron los delegados congregados en Sevilla. Inmediatamente, ambos candidatos y todos sus compañeros y compañeras que hablaron ante los medios, cerraron filas y mantuvieron el anunciado discurso de unidad, asegurando que ahora todos apoyan sin fisuras a su nuevo líder. Sin embargo, los números indican que este PSOE, que celebra el 38º Congreso en sus cotas más bajas de poder institucional y respaldo electoral, es un partido dividido, prácticamente partido en dos.

Alfredo Pérez Rubalcaba, exministro, exvicepresidente y fallido candidato a la presidencia del Gobierno español, concurría precisamente con la pesada losa que supusieron los comicios del 20N. Y llegaba a la cita de la capital andaluza sin ninguna seguridad de resultar elegido, ante una Carme Chacón cuya candidatura había ido adquiriendo peso en las últimas semanas y que casi había asumido el rol de favorita. Sin embargo, apoyado por un aparato cuyos resortes controla como nadie, pesos pesados de la historia reciente del PSOE y del medio de comunicación de referencia para sus afiliados, el político cántabro se alzó con la victoria. Entre sus principales valedores está Felipe González, omnipresente y que ha apoyado de forma expresa a su exministro. Porque Rubalcaba, es cierto, ha ocupado las más altas responsabilidades en el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, pero es ante todo un destacado representante del felipismo. En este sentido, puede decirse que el PSOE ha dado carpetazo a la etapa iniciada hace doce años, cuando un desconocido diputado leonés accedió de forma insospechada al liderazgo, y ha devuelto las riendas a quienes lo han gobernado en las últimas cuatro décadas. Con Rubalcaba vuelve a Ferraz el viejo PSOE, el de una generación que ha escrito algunas de las páginas más negras de la política en el Estado español.

Con su elección, los delegados del PSOE han decidido quedarse en un tiempo pasado, desde el que difícilmente podrán construir un nuevo proyecto. Aunque tampoco cabía esperar que Chacón liderara un cambio profundo. Al contrario, ha sido ministra -de Vivienda y Defensa- de un gobierno que en dos legislaturas no ha conseguido recortar ni un ápice la hegemonía política, que va más allá de la institucional, que el PP mantiene en el Estado español, tal como explica hoy en estas páginas Josep Ramoneda. El periodista catalán llama la atención sobre el sorprendente hecho de que en un partido tan grande e importante no haya salido una persona capaz de aportar ideas nuevas y una renovación real.

Así, la pugna Rubalcaba-Chacón ha sido, sobre todo, el reflejo más descarnado de un partido sin rumbo cuya máxima aspiración, a día hoy, es sobrevivir.

El futuro de López... y el de las instituciones

El resultado de ayer también era importante para Patxi López. El secretario general del PSE -y casi toda su Ejecutiva-, había hecho una apuesta muy fuerte en favor de Rubalcaba, y el abrazo que ambos se dieron al poco de conocerse la identidad del vencedor fue una de las imágenes de la tarde. Esta semana se ha especulado con la posibilidad de que el lehendakari ocupe un puesto de relevancia -se ha hablado de que podría ser el «número 2»- en el organigrama del PSOE si Rubalcaba salía vencedor y, aunque desde Lakua han salido al paso asegurando que el portugalujo está centrado en gobernar y en preparar las próximas elecciones autonómicas, lo cierto es que el nuevo secretario general de su partido dejó abiertas todas las puertas cuando le preguntaron al respecto. Las expectativas electorales no son buenas para el PSE y sería mucho más que una sorpresa que López repitiera en el cargo, así que no es descartable que a medio plazo haga las maletas con rumbo a Madrid.

Este fin de semana, al menos, ha estado en Sevilla, mientras su gabinete pasaba apuros para contrarrestar las declaraciones de Iñigo Urkullu sobre la presunta bancarrota que amenaza al Ejecutivo autonómico. Lo cierto es que, más allá del poco edificante espectáculo que han protagonizado algunos políticos, en los últimos días se ha destapado en toda su crudeza una crisis que afecta también al futuro de algunas instituciones. El desplome de la recaudación ha conducido a la mayoría a una situación extrema, y los próximos meses se presentan cruciales para muchas de ellas. En este tiempo, partidos y dirigentes institucionales deberán trabajar con seriedad, y asumir una responsabilidad que muchos de ellos no han demostrado hasta el momento.

Todo lo contrario que el conjunto de la ciudadanía, que afronta como puede la difícil situación económica y de recortes sociales, pero que a pesar de ello mantiene intacto su carácter solidario. Lo volverá a demostrar hoy en Sartaguda, donde la ikastola Ibaialde espera con los brazos abiertos el calor de todos los euskaltzales.

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