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Análisis | fusión de las cajas vascas

¿Es demasiado grande Kutxabank? (y II)

En este artículo el autor del mismo concluye sobre lo grande o no de Kutxabank para lo que manifiesta que se daría por satisfecho si todos nos hiciéramos la pregunta con seriedad, lo que ya sería un éxito en si.

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Cada una de las tres cajas de ahorros fusionadas en KutxaBank era titular en su respectivo territorio de la cuota de mercado correspondiente antes de la fusión, por lo que los efectos que esta operación tiene sobre el agravamiento de esa posición de mercado ya dominante son relativos, pero no dejan de producirse en relación con inversiones institucionales, empresas, etc.

Lógicamente, la pregunta previa es si cada una de las cajas tenía o no una cuota de mercado excesiva en su respectivo territorio y si, antes que la fusión no había que haber abordado una mayor competitividad del mercado financiero de cada territorio. Pero carece de sentido en este momento plantearse esta cuestión si no es pensando hacia el futuro en términos de la actual Kutxabank y de si, realmente, cuotas del mercado financiero cercanas al 50% son o no excesivas para su eficiencia.

Como referencia, el estudio elaborado en 2009 por el Departamento de Economía y Hacienda, «Panorama Competitivo de la Comunidad Autónoma de Euskadi. Análisis jurídico-económico y de competencia», aunque utilizaba como punto de partida el número de oficinas en lugar de los depósitos o la inversión crediticia, indicaba que «el carácter de servicio de prestación local, en muchos casos, de la banca minorista en algunas líneas de negocio, hace que el sector pueda presentar ciertos riesgos de competencia». No obstante, al cuantificar la concentración del mercado, se optó por un criterio intermedio, teniendo en cuenta que, si bien la concentración se producía a nivel de territorio histórico (por ser el ámbito geográfico de las cajas de ahorros) el objetivo del estudio era analizar la situación de la competencia a nivel de Comunidad Autónoma.

De ahí que se entendiera que «teniendo en cuenta que las cajas tienen una distribución centrada en sus demarcaciones territoriales, se ha considerado como más representativo del sector un índice de concentración calculado como media -ponderada al 50%- del conjunto de la CAV y de la media simple de los tres índices de concentración en los territorios de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa». Es interesante que este informe diera por supuesto que, efectivamente, la cuota de mercado que cada una de las cajas tenía en su respectivo territorio suponía en el mismo «riesgos de competencia».

El reto que la creación de Kutxabank supone al respecto es claro: A través de la fusión de las tres cajas, esta ponderación desaparece y surge la referencia de comunidad autónoma como la necesaria, a valorar en un 100% a efectos de estos análisis de competencia. ¿Veremos reflejado en el siguiente informe del Departamento de Economía que Kutxabank supone «un riesgo para la competencia»?

En EKAI Center no hemos realizado un análisis detenido de los efectos concretos que esta altísima cuota de mercado puede tener a corto y medio plazo en el sector financiero vasco. Es evidente que la altísima concentración de cuota de mercado lleva a pensar que estos efectos pueden ser sustancialmente negativos. Pero responder desde esta perspectiva a la pregunta ¿Es demasiado grande KutxaBank? requiere probablemente un análisis más detenido.

Pero sí creemos que llama la atención -y debería provocar una cierta alarma- el hecho de que este riesgo haya sido obviado en las valoraciones públicas de responsables políticos y económicos sobre Kutxabank. El problema de fondo es, como hemos indicado, la falta de análisis de esta operación desde una perspectiva económica.

Pero si la cuota de mercado que Kutxabank ha adquirido en el mercado bancario es preocupante desde la perspectiva del funcionamiento del propio sistema financiero vasco, sus efectos negativos son casi evidentes. Tras lo sucedido durante las últimas décadas en el conjunto de Occidente y su evidente relación con el origen y desarrollo de la actual crisis financiera, algo deberíamos haber aprendido sobre los desastrosos efectos, tanto para la vida económica como para la política, de una excesiva influencia del sector financiero en la vida política.

Esta influencia es crecientemente distorsionante y perjudicial para las instituciones y para el país a medida que se concentra el poder financiero en unas pocas entidades. Por si fuera poco, los promotores del Proyecto KutxaBank consideraban «inmanejable» el modelo societario tradicional y consiguieron dentro de la nueva estructura una concentración de poder tal que, además de dejar fuera del Consejo de Administración a representantes de ahorradores y trabajadores, va a concentrar el poder en manos del pequeñísimo grupo de personas.

Seamos claros. Corremos el riesgo de que, de aquí en adelante, el Consejo de Administración de KutxaBank se transforme -progresivamente- en una especie de «gobierno fáctico» de este país. Por si alguien tiene la tentación de relativizar lo preocupante de este hecho, habría que dejar patente la incompatibilidad de esta situación con una estructura social de un país democrático. Es cierto que cabe argumentar que el control de este «gobierno fáctico» lo garantizan los órganos soberanos de Kutxabank.

No obstante, frente a esta posible argumentación, hay que tener en cuenta: que el control teórico-formal a través de los órganos sociales no siempre garantiza el control real, como atestigua repetidamente la ciencia del gobierno corporativo de las sociedades. Que la actual estructura de KutxaBank se ha configurado como tal precisamente con el objetivo de hacer más difícil el control social-político de la gestión.

La trascendencia de esta concentración de poder fáctico, por supuesto, depende de si el futuro del País Vasco va a ser un futuro de región administrativa o va a ser un futuro de autogobierno. En un contexto regional típico, una concentración de poder fáctico puede tener menor importancia al ser menor el poder político dispuesto por las autoridades políticas regionales.

Pero es muy posible que una acumulación de poder fáctico como la que supone que el 50% de la cuota del mercado bancario esté en manos de una única entidad y de un pequeño grupo de personas, sea incompatible con una situación de verdadero autogobierno.

Nuestra propuesta es que, entre todos, pero entre quienes tienen la máxima responsabilidad política para ello: Gobierno vasco y diputaciones, se elabore cuanto antes no una Reflexión Estratégica «de» Kutxabank, sino una Reflexión Estratégica «sobre» Kutxabank.

Una Reflexión que, en función de los intereses del país, clarifique la función social y, en consecuencia, oriente las medidas a tomar para asegurar la necesaria diversificación y eficiencia de nuestro sector financiero y la pluralidad y democracia de nuestras instituciones políticas.

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