Al final tuvo razón aquel que aseguró que Carme Chacón, por mujer y catalana, nunca podría encaramarse a la secretaría general del PSOE en esa España repleta de complejos machistas y nacionales. Reducir un debate de meses y sus consiguientes reflexiones a dos conclusiones tan simples podría ser aventurado, pero en el país de la maté porque era mía todo es posible. Más con un mensaje como éste: que el PSOE «vertebre España» y que «diga lo mismo en todas partes». Que sí, que afirmar que la victoria de Rubalcaba se asienta en estas dos frases puede ser de un reduccionismo pueril, pero no es menos cierto que este doble mensaje es del todo ganador en un país limitado por la periferia vasco-catalana.

Y que Rubalcaba apueste y gane con ese mensaje de nación es del todo legítimo. Y clarificador. Como también lo es que el secretario general del PSE y lehendakari impostor haya abrazado esos argumentos. Porque si de algo se jactaba hasta ahora el PSE era de poder hablar con voz propia, sin atenerse a otras jerarquías. Que esto fuera cierto o no, es algo que ya no importa, porque en adelante esta capacidad de decisión estará sometida a Madrid porque así lo ha avalado su secretario general. Y lo que conseguirá con ello Patxi López es que el PSE y la sección vasca del Partido Socialista Francés se parezcan aún más en su capacidad para ser ignorados en sus respectivas direcciones de París o Madrid. Todo un logro. Si no fuera porque dentro de nada tendrá que dejar de usurpar la lehendakaritza y quedarse a la intemperie política, no podría entenderse su apuesta por la trepanación y posterior lobotomía del PSE. Será que Madrid también vale una misa.