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Raimundo Fitero

El susodicho

El presentador Jordi Évole sigue manteniendo un tono medio admirable. Su programa de las noches de domingo en La Sexta, «Salvados», nos coloca cada entrega ante asuntos sociales o políticos de comprobado interés que alcanza una inusitada hondura popular gracias a la habilidad del periodista. Se trata del programa de actualidad política que logra unas cuotas de visualización de lo tratado más importantes, que el telespectador se siente cómplice y que sabe sacar a su interlocutores declaraciones más a allá de cualquier complacencia o complicidad que no sea para ahondar en el asunto, personaje o institución tratada.

La monarquía española era el sustrato de la última entrega. La excusa, Iñaki Urdangarin, pero siguiendo el camino contrario de los periodistas y medios de comunicación que cumplen ese secreto pacto en el que se deja exento de crítica a Juan Carlos de Borbón y Borbón y todo su entorno, con Évole, a través del periodista mallorquín Matías Vallés que le fue paseando por los lugares de los hechos, especialmente el palacio de Miravent, que cuesta cerca de dos millones de euros de mantenimiento y que solamente disfrutan la familia real, o de las declaraciones del diputado de ERC, Joan Tardá, que ha hecho cien preguntas en el parlamento español sobre asuntos de la propia casa real y que ha recibido, hasta la fecha, el silencio administrativo, aunque en esta legislatura le van a contestar sesenta, lo que significa que algo está pasando.

Pero la parte fundamental fue la entrevista con Peces Barba, uno de los redactores de la constitución española, amigo del rey, que hizo un ejercicio de cinismo absoluto, pero que debido a la constancia y la habilidad de Évole, se le escucharon expresiones como «el susodicho» refiriéndose a Urdangarin, o una pregunta capciosa: «¿tú denunciarías a tu hija?». Defendió a Juan Carlos de manera personal e ilimitada. Pero queda claro que además de los ocho millones de euros declarados, existen otras docenas de millones de euros que usan los reyes y sus descendencias que son un escándalo mayúsculo. Y no nos metemos en irregularidades y supuestos, sino solamente en lo que se conoce dentro de la legislación vigente.

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