GARA > Idatzia > Iritzia> Gaurkoa

José Manzaneda Euskadi-Cuba, Komite Internazionalistak, Askapena

La dignidad de Cuba sigue en pie

En un documento oficial del Gobierno de Estados Unidos, del 6 de abril de 1960, se lee: «la mayoría de los cubanos apoyan a Castro. (...) El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del descontento y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. (...) Una línea de acción (...) es negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno».

Este texto resume la esencia del bloqueo económico, comercial y financiero a Cuba por parte del Gobierno de EEUU, que entró formalmente en vigor hace exactamente 50 años, el 7 de febrero de 1962.

Las leyes revolucionarias de reforma agraria y de nacionalización de empresas ofrecieron tierra, viviendas y empleos a amplísimas capas de población empobrecida de la Isla, y golpearon de manera directa los intereses de las grandes compañías norteamericanas, que controlaban la economía cubana dentro de un esquema de dominio neocolonial. Pero, al contrario que otros gobiernos, el de EEUU jamás aceptó las ofertas de indemnización ofrecidas por Cuba, y apostó al derrocamiento de la Revolución. En su política de guerra contra Cuba, el bloqueo ha sido la piedra angular durante cinco décadas.

El pasado 25 octubre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas condenaba el bloqueo a Cuba por vigésima vez, con 186 votos a favor, frente a dos en contra (los de EEUU e Israel). La delegación cubana presentaba la propuesta, en esta ocasión, en nombre de tres niños afectados por tumores en su sistema nervioso central, que no pueden acceder al tratamiento con el medicamento Temodal, de patente norteamericana. Un ejemplo entre miles de cómo afecta a la población civil cubana esta política tipificada como «acto de genocidio» según los términos de la Convención de Ginebra para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, y como «acto de guerra económica», de acuerdo con la Declaración relativa al Derecho de la Guerra Marítima.

El impacto económico del bloqueo, a finales de 2010, sobrepasaba ya los 104.000 millones de dólares, una cifra gigantesca para un país pobre y de escasos recursos naturales como es Cuba.

Pero ¿qué es el bloqueo contra Cuba, en qué consiste? Repasemos algunas de sus características.

Las empresas cubanas no pueden vender producto ni servicio alguno en uno de los mayores mercados del mundo, EEUU. A su vez, no pueden adquirir productos o servicios en ese país, salvo excepciones y con regulaciones muy estrictas, como en el caso de algunos alimentos y medicamentos, debiendo realizar sus compras -con notables incrementos de precio y costes de transporte- en mercados distantes.

El Gobierno de EEUU prohíbe a su ciudadanía viajar a Cuba, salvo excepciones muy limitadas y con regulaciones muy estrictas. Un potencial turismo norteamericano a la isla significaría una inmediata inyección de liquidez a la economía del país, ya que, de levantarse la prohibición, no menos de un millón de visitantes estadounidenses se añadirían, en un primer momento, a los 2,7 millones que recibe actualmente la isla.

El bloqueo prohíbe, además, el uso del dólar para las transacciones comerciales de Cuba, lo que implica abultados sobrecostes para la economía cubana.

El bloqueo de EEUU impide, por ejemplo, la conexión normalizada desde la isla a Internet, ya que los anillos de fibra óptica que rodean la isla son propiedad de compañías norteamericanas. Esto condena a Cuba a una conexión por satélite lenta y sumamente costosa, mientras el Gobierno de EEUU y los grandes medios de comunicación, de manera cínica, culpabilizan al Gobierno cubano de la baja conectividad a la red.

Pero, lejos de ser un mero embargo comercial unilateral, el bloqueo es una estrategia completa y compleja de persecuciones, penalizaciones y presiones cuya característica fundamental es la extraterritorialidad.

Esta se hace patente, por ejemplo, en prohibiciones como las siguientes: empresas de terceros países no pueden exportar a EEUU productos que contengan un solo gramo de azúcar, níquel u otro componente cubano, lo que, en la práctica, impide las exportaciones de Cuba a mercados y sectores estratégicos en la economía mundial; empresas de terceros países no pueden vender a Cuba bienes con más de un 10% de componentes estadounidenses; buques mercantes de terceros países no pueden entrar a EEUU si en los seis meses anteriores han tocado puerto cubano, lo que, en la práctica, multiplica los costes de transporte de bienes a Cuba.

Estos elementos de extraterritorialidad, unidos a la política de prohibiciones, amenazas y sanciones a posibles inversores en Cuba, y a la existencia de «listas negras» de compañías que no pueden ingresar en el mercado de EEUU por sus relaciones con Cuba, consigue, no solo la disuasión de inversiones de capital, sino, fundamentalmente, el incremento del llamado «riesgo país», que implica un aumento considerable para Cuba de los precios de compra de bienes, así como de los costes de fletes, seguros y préstamos.

Hay que recordar, además, que el derecho a veto -o voto preferente- de EEUU en organismos financieros multilaterales como el FMI o el Banco Mundial hacen de Cuba el único país de la región que no ha recibido un solo crédito de ellos, lo que, durante años, le ha obligado a asumir préstamos con la banca privada internacional en condiciones cercanas a la usura.

Pero existen otras medidas de esta política de bloqueo que llaman la atención por lo particularmente mezquinas. Es el caso, por ejemplo, de las incautaciones de fondos de cooperación de organismos de Naciones Unidas, la última en enero de 2011, cuando el Gobierno de EEUU interceptó 4,2 millones de dólares para proyectos en la isla del Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria.

A pesar de todas las dificultades impuestas por este bloqueo, la sociedad cubana ha alcanzado logros que son sueños para la mayoría de países de Hemisferio Sur. Por ejemplo, Cuba ha sobrecumplido la mayor parte de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de Naciones Unidas para el período 2000-2015; en 2011, la isla alcanzaba un índice de mortalidad infantil inferior incluso al de la potencia que la bloquea, EEUU (4,9 contra 7); ese mismo año, Unicef volvía a confirmar que Cuba es el único país de América Latina y Caribe sin desnutrición infantil. Por otro lado, en materia de solidaridad con otros pueblos, las cifras son espectaculares: Cuba lleva adelante el 45% de los programas de cooperación Sur-Sur en América Latina, destacando la labor de sus brigadas médicas; ha conseguido operar de la vista, gratuitamente, a más de tres millones de personas sin recursos de todo el continente.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano, en una reciente visita a Cuba, chocaba con una de las mil y una aristas del bloqueo: narraba cómo, al intentar conectarse, desde La Habana, a una página web norteamericana, le aparecía un cartel con el lema «Usted quiere entrar desde un país prohibido». El escritor declaraba: «Qué orgulloso estoy de ser casi compatriota de los habitantes de este país prohibido, Cuba. (...) Prohibido porque, a pesar de todas sus contradicciones y dificultades, sigue siendo un ejemplo de dignidad nacional para los otros países, ninguneados, pobres, pequeños. (...) Y prohibido por el peligroso ejemplo de la solidaridad, que Cuba ha sido y sigue siendo capaz de practicar, a pesar de sus condiciones de vida muy difíciles. (...) Por todo eso yo también quiero ser prohibido, como el país donde ahora estoy».

Eduardo Galeano daba así la clave, el porqué del bloqueo contra Cuba: es el desafío de su dignidad, de su autodeterminación efectiva frente al imperialismo de EEUU. Su objetivo -decía Noam Chomsky- es aplastar su peligroso ejemplo, reflejado en los últimos años, como nunca, en el giro político experimentado en América Latina. Peligroso ejemplo el de un pueblo que decidió apostar por el socialismo y construir una sociedad de igualdad y justicia social; que hoy, en medio de enormes dificultades, trata de corregir, actualizar y perfeccionar su proyecto político y social; y que lo hace lanzando un nuevo desafío a los poderosos: mostrando uno de los mayores ejemplos de participación democrática del mundo, frente a los paquetes de ajuste que los gobiernos aprueban sin consulta alguna a la ciudadanía.

Por todo ello, a 50 años de la formalización del bloqueo, frente a todas las presiones, las agresiones y la manipulación informativa permanente contra Cuba, desde Euskal Herria seguimos ofreciendo al pueblo cubano todo nuestro apoyo y nuestra solidaridad incondicional. Porque estamos con Cuba, con su pueblo y con su Revolución.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo