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Un informe oficial de la diplomacia alemana revela la faceta filogolpista del rey español

«Der Spiegel» publica un informe del embajador de Bonn sobre un encuentro con Juan Carlos de Borbón pocas semanas después del 23F. El diplomático se muestra sorprendido porque el monarca no repudia a los golpistas, en contraste con la imagen difundida del jefe de Estado español.

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Ingo NIEBEL | Colonia

Aunque Alemania dejó de ser monarquía en 1918, parte de su opinión pública sigue emocionándose con las denominadas «altezas reales». Entre ellas el rey español, Juan Carlos de Borbón, goza de especial estima. Su fama se debe a la cobertura informativa que también en Alemania se dio a su comparecencia televisada durante el «tejerazo» de 1981. Desde entonces cualquier referencia a su pasado franquista y a los vínculos de la Casa Real con los golpistas cosecha un silencio incrédulo o una batalla verbal con los admiradores germanos del monarca español, a veces más monárquicos que el propio ABC. Así, llama la atención que la publicación oficial de las Actas de Política Exterior alemana saque a la luz del día un informe confidencial sobre el 23-F que contrasta con la imagen del monarca español y que el semanario «Der Spiegel» lo respalde con un inusual eco mediático.

El autor de dicho informe es el entonces embajador de la República Federal de Alemania (RFA) en Madrid, Lothar Lahn. El 26 de marzo de 1981 se reunió a solas con el Borbón. El rey «no mostró ni desprecio ni indignación frente a sus autores, es más, mostró comprensión, cuando no simpatía» apuntó el diplomático. El monarca constató también que «los insurgentes sólo pretendían lo que todos deseábamos, concretamente la reinstauración de la disciplina, el orden, la seguridad y la tranquilidad». De paso, exculpó a los golpistas asegurando que el gobierno de Adolfo Suárez fue el responsable de la insurrección porque había «desprestigiado a los militares». Según el despacho, el rey había aconsejado varias veces infructuósamente a Suárez que «atendiera a los planteamientos de los militares, hasta que estos decidieron actuar por su cuenta». Por último, Juan Carlos de Borbón revela al embajador Lahn que va a intentar influir en el Ejecutivo y en los Tribunales Militares para que a los golpistas «no les pase demasiado porque sólo pretendían lo mejor». En su último mensaje de Navidad, el jefe de Estado español subrayó que «la justicia es igual para todos».

La Casa Real ha respondido asegurando tajantemente que «el papel y la actuación del rey el 23-F están ya consolidados por la historia, y el modo decidido y determinante como actuó en defensa de la democracia es conocido por toda la sociedad española y en todo el mundo». Para comprender el alcance de este suceso hay que tener en cuenta el contexto histórico, en el que Lahn, fallecido en 1994, escribió dicho informe. Fue un diplomático profesional que actuaba de embajador en Madrid entre 1977 y 1982. Dominaba el castellano, por lo tanto podía despachar directamente con el rey. Durante su estancia en la capital española, Lahn no protagonizó ningún escándalo, como por ejemplo ocurrió con su sucesor en el cargo, Guido Brunner, quien se vio involucrado en un asunto de financiación ilegal del PSOE en los años 80 y 90. Lahn era un experimentado diplomático que antes de llegar a Madrid había ocupado puestos de relevancia dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores de Bonn.

Un embajador libre de toda sospecha

Sin tener acceso a los documentos de la época, que un instituto independiente está publicando con el consentimiento del Ministerio de Exterior, hay que constatar que el embajador cumplía satisfactoriamente con las dos tareas principales tares de su oficio: por un lado representaba a su Estado y a los intereses del Gobierno, por el otro informaba sobre la situación política del país anfitrión a sus superiores en Bonn.

El interés primordial de la RFA era mantener al Estado español al lado de la OTAN y de la entonces Comunidad Económica Europea y evitar a toda costa que después de la muerte del dictador Francisco Franco pudiera convertirse en una república cercana al Bloque socialista o a los Países No Alineados. Su objetivo ideal era convertir al Estado franquista en un sistema político «democrático» conforme con los baremos que entonces se manejaban en la Europa occidental al respecto. Para llegar hasta ahí Bonn financió al PSOE de Felipe González y al ala «reformista» del franquismo mediante el envío de millones de marcos dentro de la operación «Polyp», llevada a cabo por su servicio secreto exterior, el BND. Cara a la opinión pública se hizo saber solo que expertos de derecho constitucional asesoraban a sus homólogos españoles a la hora de la elaborar una Carta Magna para el nuevo estado postfranquista.

Lahn, a su vez, respaldó la intervención de Bonn en los asuntos internos del Estado español, entre otras cosas, evitando que el Ayuntamiento de Gernika pudiera entrar en contacto directo con instituciones de la RFA respecto a una indemnización por el bombardeo realizado por la Legión Cóndor alemana en 1937.

de influir

El monarca dijo al embajador que trataría de influir en los tribunales para que a los golpistas «no les pasase demasiado porque solo querían lo mejor».

ERC, Solidaritat e IU piden que se aclare el papel del monarca el 23-F

ERC exigió que se aclare el papel asumido por el rey español durante el intento de golpe de Estado del 23-F, y estudia la posibilidad de pedir en el Congreso que se cree una comisión de investigación o que se desclasifique la información reservada. Indicó que los datos revelados por «Der Spiegel» contradicen la versión oficial de un «papel modélico» del rey. Solidaritat (SI) pidió que se cree una comisión de investigación sobre el 23-F en el Parlamento catalán. El coordinador federal de IU, Cayo Lara, opinó que las revelaciones demuestran el ocultismo y «la falsa de transparencia que sigue existiendo sobre la transición». GARA

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