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Copa EHF (1/8 de final)

Bera Bera se despide de Europa con un gran partido

El Lada dominó en la primera parte, pero Bera Bera remontó al inicio de la segunda con un parcial de 7-1.

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BERA BERA 35

LADA TOGLIATTI 34

Juan Carlos ELORZA

Que el deporte femenino -en este caso el balonmano- esté discriminado con respecto al masculino es una injusticia. Que en tiempo de crisis los recortes se apliquen «a todos por igual», y por tanto los clubes femeninos sufran proporcionalmente más que los masculinos -porque sobreviven con menos medios-, es una perversión del lenguaje. Que en estas condiciones un grupo de jugadoras muestren un grado tan elevado de amor propio, coraje y talento como el que ayer mostraron las de Bera Bera, constituye un motivo de esperanza para quienes confían en que el deporte sea algo más que un simple negocio.

El punto de partida de la cita de ayer era la férrea voluntad de Bera Bera de mostrar su inconformismo con una lógica que les daba como perdedoras de la eliminatoria. En la que puede ser su mejor campaña liguera, el sorteo les había emparejado con el rival más difícil del bombo. La derrota en la ida no facilitaba las cosas, pero este equipo no se rinde sin luchar y, si luchas siempre, muchas veces logras resultados que nadie esperaba.

Con este plan inició el partido, pero enseguida se pudo comprobar que el Lada había preparado bien el choque. Las rusas basan su juego de ataque en los lanzamientos de su primera línea, y su calidad técnica les permitía proteger la posesión del balón en sus circulaciones, que casi siempre acababan en remate. Además, cuando Zoqbi paraba, o las pocas veces que perdían la posesión, su balance defensivo era muy bueno, y de esta forma consiguieron imponer su ritmo de juego, impidiendo correr al Bera Bera, que solo pudo hacerlo tres o cuatro veces durante la primera mitad, y sin ninguna continuidad.

En esas circunstancias, Bera Bera se vio obligado a jugar demasiados ataques posicionales, donde la gigantesca muralla defensiva rusa desbarataba sus intentos de progresar hacia la portería, forzaba faltas de ataque o cerraba sus líneas de pase.

Encima, el banquillo ruso era como un bazar, donde Trefilov encontraba solución para todo: si Davydenko cometía un error sacaba a Bliznova, si Shipilova se mostraba torpe en los seis metros le suplía una Yana Zhilinskayte aún más grande, y tan buena o más; si su hermana Viktoria se mostraba nula en el lanzamiento ponía en juego a Garanina, que rompió una y otra vez a la defensa donostiarra con sus fintas y penetraciones; y Muravieva compartía con Smirnova la responsabilidad de garantizar la posesión del balón.

Cuando todo parecía perdido, con cuatro goles abajo en el minuto 22 que se mantuvieron hasta el descanso, Bera Bera volvió a la pista con la intención de volver loco el partido, de acelerarlo tanto que las rusas perdieran el control, y estuvieron a punto de conseguirlo (21-19). Pero Trefilov paró el encuentro y, si gritaba desaforadamente a sus jugadoras cuando ganaban por cuatro, imaginen el cuadro cuando perdían. Al volver a la pista Davydenko se echaba encima la responsabilidad anotadora, con tres goles consecutivos que rompían la sequía, el Lada metía a sus dos pivotes en ataque para romper la presión que ejercían Pinedo y Cuña sobre su primera línea, Garanina y sus extremos hacían daño en una defensa que arriesgaba dejando muchos espacios, el partido entraba en un toma y daca, y el objetivo pasó a ser el triunfo, dado que remontar los seis goles de diferencia se había convertido ya en una misión imposible.

Bera Bera, al límite de sus fuerzas, se apoyó en los gritos de ánimo que le llegaban desde la grada para ir solucionando cada ataque a la mayor velocidad posible. Bea Fernández, que hizo un partido inmenso, marcaba y asistía a sus compañeras y, aunque el martillo pilón del Lada consiguió volver a poner el marcador a su favor (30-31, y 31-32), Bera Bera se empeñó en que no se le escapara el triunfo.

La última acción, una falta directa con el reloj a cero que Bliznova estrelló en la barrera, demostraba lo poco que le gusta perder al Lada... y a Trefilov.

Ocho minutos de magia... y una victoria

La intensidad con que Bera Bera disputó el partido queda reflejada en los 8 primeros minutos de la segunda parte. En tan corto periodo de tiempo pasaron más cosas de las que muchas veces suceden en todo un partido: tres exclusiones para jugadoras del Lada, cuatro penaltis -dos convertidos por Rubio y Bea Fernández, otro que esta lanzó fuera muy alto, y uno parado por Yamiley Rodríguez, aunque Muravieva recogió el rechace y no perdonó-, dos paradones a bocajarro de Zoqbi a Klimova y Davydenko, una parada de Sidorova a Carvalho cuyo rechace aprovechó Pinedo para marcar, un remate al poste de Chernoivanenko y otro de Berta fuera, y dos pérdidas de posesión de las rusas, que en la primera parte habían sido muy cuidadosas en la misión de proteger el balón. En plena vorágine, Eugeny Trefilov decidió que ya estaba bien, que no podía dejar que Bera Bera se creciera más, y mandó a parar. Un parcial de 7-1 había dado la vuelta al marcador.

Si el final del primer tiempo había dejado una sensación de resignación en las gradas, la furia con que Bera Bera regresó al campo, y la velocidad con la que remontó hasta el 21-19, fue como una descarga eléctrica para el público, que no paró de animar toda la segunda parte seducido por el enorme esfuerzo de las jugadoras que dirige Reyes Karrere, que se lanzaron de cabeza tras el objetivo, como mínimo, de ganar el choque.

Entonces el Lada demostró que no es cualquier equipo. Ayer encontraba una solución para cada problema, y Trefilov, que se permitió el lujo de sentar dos veces en la primera mitad a Davydenko por «desobedecer» sus órdenes en dos ataques -cabe preguntarse si habría osado hacerlo si su «suplente» no hubiera sido Bliznova, la segunda mejor goleadora de Rusia en el Mundial de Brasil-, apeló a su calidad en el tiempo muerto, y Davydenko respondió con tres goles seguidos que pincharon el globo del sueño donostiarra. J.C.E.

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