Una nueva ola de atentados sacudió ayer Irak, causando al menos 60 muertos. Además, más de 250 personas resultaron heridas en estos atentados llevados a cabo con 16 coches bomba, ocho bombas y cuatro ataques de hombres armados y disparos de mortero. La ofensiva, que el Ministerio de Interior atribuye a Al Qaeda, se vivió en seis provincias diferentes: Bagdad, Salahedi, Diyala, Babilonia, Nínive y Kirkuk. «La organización terrorista Al Qaeda intenta trasladar a sus partidarios e mensaje de que todavía está activa en suelo iraquí y que tiene la capacidad de golpear en la capital y en otras ciudades», indicó el Ministerio.

Se trata de la cadena de atentados más mortífera desde el 14 de febrero, cuando un atentado suicida contra peregrinos chiíes dejó al menos 53 muertos cerca de Basora.

Al igual que el último atentado en Bagdad ocurrido hace cuatro días, varios de los ataques de ayer se dirigieron también hacia objetivos policiales. Las explosiones de Bagdad se produjeron en plena hora punta en barrios donde la población es mayoritariamente chií, y otros ataques tuvieron como objetivo a grupos de policías, personas que se dirigían a su lugar de trabajo o multitudes en zonas comerciales.E n Bagdad se registró el balance más sangriento, con 20 personas muertas y 64 heridas en diversos atentados. En otras ciudades iraquíes, desde Mosul, en el norte, hasta Hilla, al sur, se produjeron más de una docena de atentados.

Irak vive una profunda crisis política agudizada tras las salida de las tropas estadounidenses. El vicepresidente, Tarek al-Hachemi, sigue refugiado en Kurdistán, huido de una orden de arrresto.