CRíTICA cine
«Viaje al centro de la Tierra 2» Fuego de pecho
Mikel INSAUSTI
Esta segunda entrega de las nuevas aventuras cinematográficas basadas en la novelística de Verne está, aún si cabe, más pensada para el público infantil. Los pequeños disfrutan de una película fantástica hecha a su medida, y en la que la proyección en 3D cobra pleno sentido, porque seguramente es en el cine familiar donde tiene su sitio tan controvertido sistema. A los adultos, mientras tanto, nos ha dado por debatir sobre si “Viaje al centro de la tierra 2: La isla misteriosa” es un producto que fomenta el interés por la lectura a temprana edad. El doble título ya en su simple enunciado parece reivindicar sendas novelas del autor, aunque la lista se amplía con referencias a “20.000 leguas de viaje submarino”. Y no acaba ahí la cosa, porque el bagaje literario se extiende a otros textos clásicos del género aventurero como “La isla del tesoro” o “Los viajes de Gulliver”. Sin pretenderlo, además, cuantos homenajes a otras películas palomiteras se van acumulando un tanto atropelladamente a lo largo del metraje no hacen sino poner de manifiesto que “Parque Jurásico”, “El retorno del Jedi” o “Avatar” son deudoras de esas mismas fuentes.
Hace falta una mirada ingenua, casi a nivel de preescolar, para dejarse embarcar en el viaje imaginario que propone la película, el cual diríase resultante de un simple atracón de frutos del bosque, sin la inclusión de setas o plantas alucinógenas. Los efectos digitales han sido diseñados para alterar el tamaño de las especies que pueblan esa isla que no figura en los mapas, porque se hunde en el fondo del mar para volver a emerger. Y así los elefantes enanos conviven con las abejas gigantes que sirven de transporte aéreo para el grupo de expedicionarios, cuya composición acaba siendo por demás psicotrónica, con Dwayne Johnson acaparando los momentos delirantes, bien sea con exhibiciones pectorales o cantarinas de las que cuesta recuperarse. Ni siquiera Luis Guzmán y Michael Caine logran restarle el involuntario protagonismo humorístico.