Un día después de que el ex secretario general de la ONU y firmante de la Declaración de Aiete, Kofi Annan, fuese nombrado enviado especial para Siria, los autoproclamados «Amigos de Siria» -término que engloba, entre otros, a EEUU, Turquía, el eje franco-británico y las satrapías petroleras del Golfo- se reunían en Túnez. Mientras Annan confirmaba que su misión es la de terminar con la violencia y los abusos, y promover una solución pacífica e inclusiva, los «Amigos de Siria» apostaban por la militarización, favoreciendo al Consejo Nacional Sirio, con base en Turquía, nombrándolo legítimo representante de Siria en detrimento de quienes sobre el terreno se muestran favorables a una solución política que evite la guerra civil.

La comunidad internacional no impidió que los mismos que ayer se reunieron en Túnez armaran a los «rebeldes» libios con la excusa de que defendían a la población civil de aquel país. No impidió que cometieran un crimen de guerra que ha dejado a Libia en ruinas, a merced de milicias armadas, y sería un despropósito permitir que hiciera lo mismo en Siria, donde el final de los desmanes que se están cometiendo será complicado, pero imposible si se deja en manos de tales «amigos».