Caballo de Troya publica «Un montón de gatos», la versión en castellano de «Kantu jendea»
La editorial Caballo de Troya publica «Un montón de gatos», la versión en castellano de «Katu jendea», con dos nuevos cuentos. La traducción la ha realizado la propia autora, Eider Rodríguez, junto con Zigor Garro.
Maider IANTZI | DONOSTIA
«Un montón de gatos», que acaba de publicar la editorial Caballo de Troya, ofrece dos nuevos cuentos; «Sed» y «La maleta». Nacieron después de la publicación de «Katu jendea» pero, como mantienen su tono, Eider Rodríguez (Errenteria, 1979) los ha incluido en la traducción. En total, forman el libro ocho relatos, en los cuales no hay grandes héroes ni tragedias. Los personajes son muy mediocres, y la autora ha intentado exprimir y reflejar la parte literaria de esa mediocridad. Sin adornos, intentando decir mucho con poco, ha construido historias domésticas, del día a día.
«Cuando se me partió la muela algo cambió en la relación que mantenía con el mundo. Estaba cenando con Gorka, codillo de cerdo cubierto de mermelada de tomate, cuando entre crujidos se produjo la hecatombe. Iba a ser nuestra última cena». A veces, la escritora parte de un detalle que a primera vista carece de importancia para abarcar algo mucho más grande. «Creo que el mundo lo mueven los diminutos detalles. Un mero enfado entre un gobernador y otro puede encender una guerra. Las pequeñas cosas desestabilizan el equilibrio del mundo, como un mosquito que, aunque sea diminuto, te puede estropear la noche a esa gran cosa que eres». Rodríguez ha querido poner el foco en esos mosquitos a la hora de contar las historias.
La ambigüedad del gato
«Si escuchas bien, oirás un crack», canta Nacho Vegas. Cuando la escritora de Errenteria escuchó la frase, supo que era perfecta para el epígrafe, pero no tuvo tiempo para incluirla y se quedó con esa pena. «Cuento cosas pequeñas, carentes de valor y domésticas; aparentemente no se ve nada fuera de lo habitual o como para contar. Sin embargo, he querido reflejar ese crack. Hacer que el lector, con atención, escuche ese crack».
Parece que todo transcurre con normalidad, los vecinos se saludan con una cierta amistad, pero si miramos bien, si escuchamos bien, percibiremos ese pequeño crack. La intención de la autora ha sido contar cómo imagina ese crack y todo lo que está detrás. Esa ambigüedad se simboliza también en la figura del gato: «Me venía muy bien utilizar esa figura para representar algo muy complejo, porque los gatos aparentan una cosa, pero son otra. Y si tratas de escuchar ese crack del gato, descubrirás cosas inauditas». El título del primer cuento es «Gatos» y, tal como asegura la autora, representa de maravilla el aliento del libro.
«Somos personas, de carne y hueso, pero siempre llevamos detrás una península con forma de sombra», considera Eider Rodríguez. Muchas veces, observa más a esa península que a la persona y, en esa parte oscura o sombría, se esconden sentimientos como el extrañamiento. A la escritora le interesa mucho dar luz a esa parte sombría y reflejar y ahondar en esos sentimientos. Como la decepción. «Vivimos en la sociedad del éxito, pero muy pocas personas tienen éxito y, además, eso del éxito es muy relativo. Nuestra vida se cose con pequeñas decepciones, que recorren el camino que va desde la infancia hasta la vejez. No obstante, hablamos muy poco de las decepciones».
Rodríguez también ha querido contar que vivimos en la sociedad de la imagen, «a pesar de que a veces confundamos el deseo y la realidad, es decir, preferiríamos que la imagen no tuviera tanta relevancia, pero sí que la tiene. Lo que transmitimos a través del físico, del cuerpo, es significativ0 para todos». M. I.