Floren Aoiz www.elomendia.com
El cuento del rey bueno y el yerno malvado
Era cuestión de tiempo que mucha gente se preguntara si Urdangarín actuaba en solitario. Las miradas terminaron por dirigirse a la real familia. Y eso era demasiado para un Estado al borde del colapso económicoRecientemente, el semanario «Der Spiegel» revelaba algunos contenidos de un informe redactado por Lothar Lahn, que en 1981 era embajador alemán en el Reino de España. Según el texto, Juan Carlos Borbón se habría mostrado muy respetuoso con los implicados en el golpe de estado del 23 de febrero de aquel mismo año.
El diplomático había conversado en privado con el monarca hispano el 26 de marzo. En este entrevista «no mostró ni desprecio ni indignación frente a los actores, es más, mostró comprensión, cuando no simpatía». In- cluso llegó a responsabilizar directamente a Adolfo Suárez de la situación creada. Borbón le había indicado repetidamente que atendiera a los militares pero no le había hecho caso. Para entendernos, que se lo había buscado.
Llueve sobre mojado. Esta revelación se añade a la abundantísima documentación que apuntala la versión del autogolpe liderado por altas instituciones del propio Estado. Nada de extrañar, por otra parte, cuando se habla de un personaje elegido a dedo por el sangriento dictador Franco, para garantizar aquello del atado y bien atado.
Ahora, este señor aparece salpicado por las acusaciones contra el marido de su hija. Un vasco, por cierto. Los datos que han ido apareciendo sugieren un Urdangarín enredado en una densa trama de corrupción, sobornos, pseudochantajes y todo tipo de desfalcos. El olor a putrefacción ha sido tan intenso que hasta la amarillísima prensa española ha tenido que prestar atención al escándalo. Se han ido publicando datos tan graves que, en medio de la preocupación social por la situación económica, la indignación ha ido creciendo. El yerno real aparecía así como un villano sobre el que se fijaban cada vez más miradas. Las cantidades que habrían cambiado de mano gracias al yernísimo son tan grandes que resultaba muy difícil encubrir la trascendencia del asunto.
Era cuestión de tiempo que mucha gente se preguntara si Urdangarin actuaba en solitario. Las miradas terminaron por dirigirse al patriarca de la real familia. Y eso era demasiado para un Estado al borde del colapso económico que se enfrenta a una crisis estructural de gran calado. Así que había que evitar que la gangrena contagiara todo el cuerpo. ¿Cómo? Evitando que la sospecha facilitara una investigación sobre las actividades del monarca español. Cualquiera que pase un rato en youtube, sin ir más lejos, podrá recopilar mucha información sobre los negocios de Borbón. No sería bueno para la «democracia española» que todo eso saliera a la luz.
Puede que Urdangarin termine por caer con todo el equipo, pero la monarquía debe mantenerse a salvo. Ahora, la consigna oficial es que Juan Carlos Borbón avisó una y otra vez a su yerno sobre lo incorrecto de sus actividades. Hasta se lo han hecho declarar al propio Urdangarín.
Si la infección es muy grave, se sacrifica una pierna, pero el cuerpo sobrevive. Esa es la jugada. Además, como en el 23F, Borbón ya avisó. Ayer a Suárez, ahora a Urdangarin. Eso lo libera de toda responsabilidad. El rey bueno, ha tenido que volver a poner orden, esta vez en su propia familia.