Jesús Mari Merino atiende a GARA al término de la manifestación que recorrió el sábado las calles de la localidad y que terminó a las puertas del complejo hotelero, donde dos furgonetas de la Brigada Móvil de la Ertzaintza les cortaron el paso.

La totalidad de la plantilla ha recibido la carta de despido, pero no porque se cierra el hotel. Según se puede comprobar, el negocio sigue funcionando.

Lo que han hecho ha sido subcontratar los diferentes servicios del hotel. Primero empezaron por subcontratar el restaurante, luego la limpieza, la piscina... y lo que son las habitaciones del hotel las cubre la propia dirección.

En cualquier caso, es un problema que viene ya de hace tiempo.

Sí, todo empezó el verano pasado, cuando subcontrataron el servicio de restaurante y cocina, momento en el que despidieron a nueve personas. Posteriormente, el pasado mes de enero, nos comunicaron que querían acometer otros cuatro despidos y que más adelante habría más. Nosotros planteamos otras salidas, como un ERE de reducción de horarios. La empresa quedó en que lo estudiarían y que ya nos contestarían, pero la respuesta han sido más despidos, por lo que en febrero decidimos iniciar la huelga.

¿Cuándo recibieron las cartas de despido?

El pasado lunes, vía burofax, con preaviso de quince días, con lo que el próximo día 28 se harán efectivos.

¿Creen que estos despidos son una represalia por las movilizaciones realizadas?

Sí, porque en un principio ellos planteaban cuatro despidos, y ahora despiden a toda la plantilla, por lo que no entendemos que, de golpe, sobremos todos los trabajadores, más aún cuando trabajo hay, como podéis comprobar y como ellos mismos lo reconocieron el miércoles ante la Delegación de Trabajo. Y si hay trabajo, lo que debían haber hecho es estudiar otras posibilidades. Nosotros estábamos abiertos, pero ellos no lo han querido.

¿Creen que la empresa se quiere aprovechar de las ventajas que le ofrece la nueva legislación?

Sin duda. En un principio los despidos comenzaron de forma más individual, pero ahora ya se ve que quieren aprovechar la menor cuantía de las indemnizaciones y que el trabajador no puede pelear ni hacer nada, cuando además estás viendo que el negocio sigue funcionando.

Treinta familias, por tanto, que se enfrentan a un futuro incierto.

Sí, somos un colectivo joven, con una media de edad que no llega a los cuarenta, la mayor parte chicas, con niños pequeños, todos con hipotecas... por lo que, efectivamente, la situación en la que nos encontramos no es nada buena.