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Koldo CAMPOS Escritor

Aborto de pesadilla

Un lejano rumor me devolvió del sueño y, cuando abrí los ojos, al otro lado de la ventana, una furibunda feminista me encitaba a abortar: «¡Aborta y llámanos... Aborta sin costo adicional alguno!».

Otra vez la violencia estructural que denunciara Gallardón, ministro de Justicia, me exhortaba al aborto.

En pijama, me precipité escaleras abajo buscando ponerme a salvo pero, en la calle, cientos de desequilibradas mujeres me increpaban, me perseguían: «¡Aborta, y si no estás conforme te devolvemos tu feto... Pon un aborto en tu vida!».

La camarera del bar en el que me refugié no se conformó con negarme el café: «¡No permitas que nadie te diga cuántos abortos te puedes tomar, a qué velocidad debes abortar, no dejes que nadie aborte por ti!».

De nuevo en la calle corrí hasta mi oficina y revisé los mensajes pendientes. Todos eran el mismo: «¡Aborta ya, y si no pones a circular este mensaje entre diez personas más contraerás la leptospirosis y tendrás que abortar sin anestesia... Apadrina un aborto en el tercer mundo!».

Desesperado me escondí en el baño y, cuando sonó el móvil, recé porque fuera mi psiquiatra, pero hasta usted ya está barruntando que otra vez eran ellas: «¡Aborta a plazo fijo en nuestra cuenta naranja... Aborta y te financiamos tu próximo embarazo... Aborta yaaa!».

¡Ya basta! -grité- ¡Detengan esa violencia estructural! ¡Yo también voy a abortar, sí... pero no por sus razones, sino porque no haya un parado más, un desahuciado más, un perroflauta más, un emigrante más, un delincuente más, un ministro de Justicia más...! ¡Yo aborto por la patria!