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Guzmán Ruiz Garro Ex consejero general de la BBK

La deriva de Kutxabank

El autor aborda los desvíos de trayectoria que está tomando el consejo de administración de Kutxabank que, en su opinión, «no va a beneficiar en nada a este país». Analiza los precedentes de la venta de participaciones en empresas como la CAF o Euskaltel y niega que la revisión de la cartera de participaciones industriales y la venta de parte de las 266 empresas en las que está presente Kutxabank esté justificada por la regulación internacional de Basilea III. Pregunta por qué -si tan importante es crecer- no se han fijado en Ipar Kutxa o Caja Laboral, y sospecha que enfilan «la proa» hacia la compra de una entidad fuera de nuestro territorio. Finaliza llamando a cambiar esa deriva.

En náutica, deriva es el desvío de la trayectoria de una embarcación debido a la corriente con respecto a la verdadera dirección de su proa. Siguiendo con los conceptos marinos, parece evidente que la derrota que está tomando el consejo de administración de Kutxabank no va a beneficiar en nada a este país. Lo digo por las graves decisiones que se toman en este órgano de dirección del banco y que tienen que ver con la venta total o parcial de su cartera de participadas y de otras posiciones que explicaremos en este artículo y que no se justifican, en modo alguno, por las corrientes reformadoras.

Esta irresponsable posición tiene antecedentes recientes: el pasado mes de diciembre, la Kutxa, para afrontar parte de las importantes provisiones a las que se vio obligada por el Banco de España, vendió un 1% de su participación en la CAF. Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles es uno de los líderes internacionales en el diseño, fabricación, mantenimiento y suministro de equipos y componentes para sistemas ferroviarios. Recientemente, nos enteramos por la prensa que Kutxabank ha contratado a Citi para poner en marcha la venta de Euskaltel, de la que controla 68% del capital, tras sumar las participaciones que BBK, Kutxa y Vital tenían por separado. Y esta noticia es aún más grave porque, si atendemos a las filtraciones, los otros socios de Euskaltel, como Iberdrola, Endesa, el Gobierno Vasco o el grupo cooperativo Mondragón, podrían aprovechar este proceso de venta para salir de la Compañía, lo que facilitaría al comprador el control de otra empresa estratégica.

Para justificar la revisión de la cartera de participaciones industriales y la venta de parte de las 266 empresas en las que está presente Kutxabank, su presidente alega la regulación internacional, las medidas para el refuerzo de la liquidez, para aumentar la calidad, consistencia y transparencia de los recursos propios incorporadas por Basilea III. Si bien es cierto que se penaliza el modelo de banca accionista de referencia de empresas, no lo es menos que el descuelgue de la principal entidad financiera de Hego Euskal Herria, a la que se le supone control público y preocupación por el devenir de nuestro tejido industrial, provocaría, además de la pérdida del control, desubicaciones y destrucción de empleo.

La verdadera razón de las prisas desinversoras no está en Basilea III, ni en la mala imagen que provocan las calificaciones de las agencias de rating porque éstas entiendan que las participaciones dotan de mucha versatilidad a la cuenta de resultados, la causa principal es el afán expansionista de los directivos de la sociedad anónima Kutxabank y de los dos partidos que dan cobertura a semejantes aventuras. Y digo aventuras porque, si sacásemos lecciones de lo que el anterior presidente de BBK denominó «la conquista de España» y de las consecuencias de la burbuja inmobiliaria que les ha estallado en las manos por la herencia de Kutxa y BBK, sería para pensarse mucho qué necesidad tienen de efectuar nuevas compras. Los llamados agujeros del sur, se concretan no solamente en el megapufo de Valle Romano, sino también, y atendiendo a los datos publicados, en las 3.400 viviendas consideradas como activos problemáticos provenientes de la cartera inmobiliaria de Caja Sur.

Y si verdaderamente es tan importante crecer, por qué no se han fijado en la cooperativa de crédito Ipar Kutxa en muy serias dificultades para cumplir los requisitos marcados en la reciente reforma financiera del sistema financiero impulsada por el gobierno central. Además, si el margen bruto de esta entidad, indicativo de la capacidad de la entidad de generación de ingresos recurrentes, ha alcanzado los 60,58 millones de euros en un entorno de drásticas reducciones, no tendría que ser un negocio peor que la compra de CajaSur. Más argumentos a favor: Ipar Kutxa es una entidad con una fuerte vinculación con el sector primario. Esta entidad cubre un segmento de clientes al que la BBK no llega, y asumiendo que el sector primario es estratégico desde el punto de vista de la riqueza y la creación de empleo, su potenciación tendría una importancia crucial en otros aspectos: el suministro de alimentos de calidad y un papel crucial desde los puntos de vista cultural y de gestión del territorio, amén de los citados.

Y lo mismo podríamos decir de Caja Laboral, que cerró el ejercicio de 2011 con un beneficio después de impuestos de 19,4 millones de euros, lo que significó un descenso del 62% con respecto a 2010, debido al incremento de dotaciones a provisiones hasta los 222 millones de euros para cumplir con los requisitos de la citada reforma del sistema financiero. A pesar de que Kutxabank haya negado la existencia de conversaciones o contactos con esta entidad, no se consideraría descabellado que las hubiese porque, e insisto en lo aseverado con Ipar Kutxa, no tendría por qué ser una mala operación. Y por ser coherente, y viendo también los inconvenientes, sí que se daría un fuerte solapamiento entre las oficinas de Kutxabank, Laboral e Ipar Kutxa. Esto originaría un excedente de plantilla importante y una más que previsible conflictividad laboral si se tratase el ajuste con criterios exclusivamente empresariales. En cualquier caso, el «desastre» no superaría lo que ya está sucediendo desde que vio la luz la nueva entidad, porque se están cerrando decenas de oficinas y poniendo a muchos trabajadores en la tesitura de la movilidad geográfica a centenares de kilómetros o el despido.

Me temo que esta última valoración ya la han hecho los directivos de Kutxabank y han optado por enfilar la proa hacia la compra de una entidad no ubicada en nuestro territorio. Para la toma de estas decisiones, para reducir al mínimo la influencia que pueden ejercer los órganos de gobierno de las tres cajas que dieron origen a Kutxabank, se han dado también pasos. Se ha hecho todo lo posible por dejar fuera del consejo de administración a quienes, a buen seguro, disentirían de esta estrategia. Se ha penalizado la presencia de Kutxa para cortocircuitar y minimizar la representación de este herrialde menos proclive electoralmente a las tesis jeltzale-peperas. Amparándose en el debate y aprobación del proyecto de la ley de cajas vascas en el Parlamento de Gasteiz para adaptar éstas a la reciente reforma, se ha aplazado la renovación de los consejeros de las tres asambleas porque la configuración resultante, si se hubiese procedido al reemplazo, no les habría posibilitado tener ya el control absoluto de Kutxabank.

Lamentablemente, las cosas no quedan ahí: la citada reforma financiera modifica el régimen jurídico de las cajas y menoscaba su poder de control sobre el negocio financiero del banco nacido de ellas. Este quebranto se formaliza con la reducción de la estructura organizativa de las entidades de ahorro y con la disminución de la periodicidad de las sesiones de verificación y en la pérdida de contenidos relacionados con la gestión del banco en los órdenes del día. En román paladino: el que manda es el consejo de administración de Kutxabank. Para cerrar, me quedaré con la frase siguiente: «El pesimista se queja del viento. El optimista espera que cambie. El realista ajusta las velas». ¡Hagamos que cambie!

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