Rebelión tuareg y golpe de Estado en Mali: síntomas de un problema mucho más amplio
Miles de combatientes tuaregs volvieron bien armados y entrenados tras combatir durante meses en Libia. Ahora, su rebelión ha conseguido en apenas dos meses humillar al ejército malí y ha conquistado la mitad del territorio de un país donde quieren crear un estado independiente. Como consecuencia, el malestar en el Ejército ha desencadenado un motín cuyos responsables exigían más armas y asistencia contra los rebeldes. Poco se sabe del capitán golpista Sanogo y de quiénes lo apoyan, aunque todo apunta a la potencia colonial, el Estado francés.
La extensión de la guerra en el Sahel es un escenario impredecible capaz de desencadenar consecuencias de profundo calado. Se trata de un vasto y poroso territorio que va desde Libia, a través del sur de Argelia y del norte de Niger y Mali, hasta Burkina Faso. Con una inmenso riqueza mineral -oro y uranio- y de petróleo en su subsuelo, con multitud de bases de tuaregs armados, milicias islamistas y y redes de traficantes. Nadie puede decir que la situación les haya pillado por sorpresa. Todos sabían que tras Libia, las repercusiones y la militarización de la guerra en el Sahel serían inevitables y severas.