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Floren Aoiz | www.elomendia.com

Arroz con leche, ladrillos y huelga general

La crisis creada por los excesos del sistema se convierte en una maravillosa oportunidad para abrir nuevos espacios a la explotación, el expolio y la acumulación de capitales

Dice una jota: «como sé que te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te meto un ladrillo». Una lógica semejante parece inspirar a quienes responden a una crisis creada por la propia naturaleza del capitalismo y la especulación de capitales, fortaleciendo el capitalismo y abriendo mayores espacios para la desregulación y, por tanto, para que los capitales sigan especulando.

Podríamos aplicar el paradigma del arroz con leche y el ladrillo a los recortes y las medidas de choque, presentadas como «reformas». Como señala Eric Hazan en su libro «LQR», centrado en la «lengua» de la Quinta República francesa pero extensible a otros muchos discursos políticos, palabras como «reforma» se nos presentan bajo una función de máscara, para «volver aceptable el desmantelamiento de las instituciones públicas y la aceleración de la `modernización' liberal».

Nada dicen de las causas y complicidades en torno a la burbuja inmobiliaria. El caos creado por un modelo de «crecimiento» sin cimientos ni visión estratégica, la deuda pública y privada generada por la espiral consumista-desarrollista, la desregulación... todo se cubre con la palabra-totem «crisis». Estamos ante algo que, sin más, sucede, como las sequías, sin relación causa-efecto con las medidas y decisiones políticas tomadas en el pasado.

La crisis exige soluciones drásticas, sacrificios y recortes. Los buenos gobernantes son quienes los aplican sin vacilar. O, mejor aun, los mejores gobernantes son los expertos, los técnicos, los que entienden de economía. Puro teatro para encubrir el capitalismo del desastre. Creando un estado de shock pretenden que aparezcan como imprescindibles esas terapias de choque que, casualmente, coinciden con el programa neoliberal que ha generado el caos. Sólo una sociedad amedrentada, sumida en la incertidumbre y el pánico a la precariedad puede aceptar medidas antisociales, que, en última instancia, la atemorizarán más y agudizarán la precariedad hasta extremos impensables hace unos años.

Así, la crisis creada por los excesos del sistema se convierte en una maravillosa oportunidad para abrir nuevos espacios a la explotación, el expolio y la acumulación de capitales. Debilita las instituciones políticas frente a los mercados, desarma a la sociedad frente a las tecnocracias, alienta el individualismo frente a lo colectivo, desaloja por la fuerza la plaza pública para llevar todo el poder a las bolsas, los bancos, las grandes empresas...

La batalla se perfila como un descomunal choque político, ideológico y cultural. El neoliberal, como señala Bauman, es un discurso que se hace más fuerte «a medida que avanza la desregulación, quitando poder a las instituciones políticas que, en principio, podrían hacer frente a la proliferación del libre juego del capital y las finanzas».

Yo personalmente no soporto el arroz con leche, pero, sobre todo, no quiero que me metan un ladrillo por debajo de la puerta. Y no acepto la lógica de meter ladrillos bajo la puerta haciéndolos pasar por arroz con leche.

Por eso, porque lo que está en juego es tanto y tan importante, el día 29 ¡huelga general!

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