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Crónica | conferencia de santiago niño-becerra

Una crisis estructural que amenaza con permanecer otros ocho años

Con todos los ojos puestos en él, Santiago Niño-Becerra desveló en Donostia el origen de la crisis económica, su dimensión actual y el rumbo que tomará en adelante. La consecuencia es clara: el cambio debe dirigirse a un modelo que, dejando de lado el consumismo desmedido, se base en la cooperación, la productividad y la optimización.

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Iraia OIARZABAL

«Nunca hemos sido ricos, pero nos han convencido de que lo éramos». Así de contundente es Santiago Niño-Becerra, Catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull de Barcelona, a la hora de hablar de la crisis, su origen y sus consecuencias. Ya en 2006 Niño-Becerra advirtió que inevitablemente se avecinaba una grave crisis económica. Una advertencia que no fue tomada en cuenta entre la mayoría de economistas y gobernantes que lo calificaron de alarmista. Finalmente, el tiempo le ha dado la razón.

Tras ocupar diversos puestos de trabajo en la industria, fundamentalmente en la siderurgia, Niño-Becerra pasó a ser Catedrático de la Universidad Ramón Llull, aunque quizá fuera su pronóstico sobre la actual crisis económica lo que lo hizo tan popular. En el Foro Economista de Gipuzkoa celebrado el pasado miércoles en Donostia habló claro y conciso, como es habitual en él. Mikel Sarriegi, presidente del Colegio de Economistas de Gipuzkoa, lo presentó como un economista de «gran prestigio y relevancia».

Explica que estamos ante una crisis sistémica y añade que la historia ya nos ha dado lecciones similares. Como ejemplo cita las crisis de 1600, 1875 o 1929 e indica que estructuralmente tienen muchas similitudes con la actual. «Primero hay una recesión, luego viene el estancamiento y finalmente una recuperación lenta», explica. Sobre este tercer punto, señala que queda un largo camino hasta vislumbrar la salida a la crisis. «Este tipo de crisis dura entre diez y doce años, con lo que entiendo que habrá que esperar entre ocho y diez años, hasta 2020 o 2023», asegura.

Un problema de estructural

Si algo tiene claro Niño-Becerra es que el problema que ha originado esta crisis es estructural y que será imposible volver al ritmo de vida anterior a la recesión. Habla de «paro estructural», un concepto imprescindible para entender la situación que se avecina. Según explica, «vamos hacia un modelo donde el paro va a ser muy elevado y se va a mantener de forma permanente». Concreta que en el caso del Estado español se están manejando tasas de paro estructural entre el 12 y el 18%.

Ahora bien, ¿qué ha llevado a esta situación?. Para explicarlo, Niño-Becerra aporta datos y explica que si se analiza la evolución de los salarios reales en el Estado español entre 1997 y 2007, estos solo crecieron un 0,7% y señala que sin embargo el consumo «se disparó». Esto se debe, según Niño-Becerra, a que «nos concedieron crédito a cambio de nada».

En este sentido, echa la vista atrás y relata que mientras se ofrecían créditos y se fomentaba el consumo los salarios no crecían. Sin embargo, con el dinero que prestaban los bancos la gente se acostumbró a vivir por encima de sus posibilidades reales. «Se consumieron viviendas, porches, caviar, vacaciones en las islas Seychelles...de ahí lo de creernos que éramos ricos», ironiza. Hasta que finalmente, la capacidad de endeudamiento se acabó y con ello la capacidad de crédito. A partir de entonces es cuando las familias y empresas empiezan a no poder hacer frente a sus deudas y con ello los despidos y los desahucios se empiezan a multiplicar.

Futuro complicado

Si las consecuencias de la crisis han tenido hasta ahora una gran repercusión, Niño-Becerra augura que lo que viene a partir de ahora no es mucho mejor y añade que las recetas aplicadas por los gobiernos e instituciones bancarias no van a mejorar el panorama. Sin ir más lejos, sobre la reforma laboral impuesta por Rajoy, Niño-Becerra no tiene ninguna duda: «Esta reforma ayuda a reducir los costes laborales, pero desde luego, lo que no va a hacer es crear empleo. Es imposible crear demanda de trabajo por ley», sentencia.

Así, explica la finalidad que a su parecer tiene la nueva legislación y señala que está orientada a un colectivo muy concreto de empresas, empresas grandes a las que va a facilitar que alcancen su estructura óptima, de ahí la gran flexibilidad que aporta. «A Telefónica por ejemplo, esta reforma le va a venir muy bien porque lleva años queriendo llegar a una estructura de 15.000 trabajadores y se lo va a facilitar. Pero a una pyme de siete trabajadores yo entiendo que no le beneficia mucho», aclara.

Ante los pocos beneficios que la reforma aportará a los trabajadores de a pie, añade que ya el mismo Gobierno español ha dado razones para dudar de su conveniencia: «Cuando el Gobierno ya admite que se van a destruir 650.000 empleos y no se atreve a dar previsiones de empleo para el próximo año, uno simplemente se para a penas. Aquí hay algo», opina.

Promesas y más recortes

Pero no es el desempleo el único problema que amenaza con dificultar la situación. El déficit, del que tanto se ha oído hablar últimamente se presenta como otro de los factores que complicarán el panorama. Niño-Becerra explica que una vez más el Gobierno de Mariano Rajoy se ha comprometido a ciegas a garantizar unas cifras que difícilmente podrá cumplir, por lo que pronostica más recortes.

«Es muy simple. Para que el Estado español llegue al 3,3% del déficit en 2013, teniendo en cuenta las previsiones de crecimiento que tiene, tendría que sacarse de la manga 55.000 millones de euros entre subidas de impuestos y bajadas de gasto», explica. Para Niño-Becerra está claro que ese objetivo es inalcanzable y queriendo concienciar de lo que está por llegar, recuerda que ya la batería de medidas de José Luis Rodríguez Zapatero, que fueron de 10.000 millones de euros, dejó «horrorizada» a la gente. «Esto es 5,5 veces más», recalca.

Por tanto, ¿va a menos el modelo de bienestar social? Según el Catedrático catalán, sí, y señala que el último informe publicado esta semana por Moody's estima que son inevitables recortes en sanidad y educación de cara a alcanzar el objetivo del déficit, «al margen evidentemente de otras medidas como la subida del IVA, eso por descontado», añade.

A partir de todas estas consecuencias, inevitablemente nos dirigimos hacia un nuevo modelo de entender la economía y el modelo social, tal y como subraya desde un principio Niño-Becerra. Pero, ¿cómo será exactamente este nuevo modelo?

Cambio de chip

Difícilmente se puede asegurar cuáles serán las características de este nuevo modelo, si bien Niño-Becerra señala que el cambio debe dirigirse hacia un sistema basado en la productividad, la optimización y la coordinación. Explica que todas las crisis de este tipo se caracterizan por terminar en un cambio de modelo, por ejemplo en la crisis de 1600 se pasó a un modelo comercial. «En ese momento empieza toda la expansión comercial a nivel mundial», indica.

Por lo tanto, queda claro que el nuevo sistema tiene que ser si no radicalmente opuesto al actual, sí con unas características diferentes. «El modelo que ahora está en crisis se puso en marcha después de la gran depresión. Es un modelo basado en el individualismo, en el consumo y el endeudamiento», aclara. Por eso, según Niño-Becerra ahora debemos caminar hacia principios diferentes a los que nos han traído a la actual situación de crisis.

El modelo actual, basado en el individualismo y el consumo no iba en la buena dirección según apunta Niño-Becerro, fundamentalmente porque la sociedad estaba programada para consumir sin pensar si realmente lo necesita.

Lo explica con un ejemplo muy sencillo: «Se nos decía que que era muy bueno comprar cada vez más para que hubiera más empleo, más crecimiento y más inversión. Pero ahora viene la segunda parte. Si yo compro 25 bolígrafos, independientemente de que los pueda pagar o no, quiere decir que se están utilizando los recursos para fabricar 25. Si yo únicamente utilizo uno, los recursos utilizados para fabricar 24 se van a desaprovechar en un momento en el que los recursos son limitados», esto es lo que ha convertido este modelo en insostenible.

Por ello señala que la clave para avanzar es empezar a cambiar el chip. «Vamos a ser más pobres, sí, pero en el sentido de que vamos a tener menos acceso a las cosas», afirma. Por lo tanto, el primer paso a dar es asumir que los hábitos de consumo deben cambiar. «No va a ser posible volver a la situación anterior. La historia nos enseña que en cada momento se hace lo que se puede hacer no lo que se quiere hacer», sentencia.

Tras aportar datos un tanto agridulces, asegura que lo que está por venir «suena bien, ya que la contaminación bajará y aumentará la eficiencia». Afirma que estamos en un momento de mentalización y para facilitar el proceso trae al recuerdo un conocido proverbio: No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita.

 

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