Desde que triunfó en Galicia en 2009, el PP ha ido desbancando al PSOE como partido más votado en el Estado español y en las elecciones de mayo del año pasado lo desalojó de prácticamente todo su poder autonómico y municipal, dando el golpe final con la victoria en las elecciones generales de noviembre.

Andalucía, con un calendario electoral distinto, se mantenía en manos del PSOE, con su presidente José Antonio Griñán al frente de la Junta. Ahora el partido de Mariano Rajoy busca conquistar el que ha sido bastión del PSOE durante tres décadas.

Si el PP consigue la mayoría absoluta en Andalucía y se coloca también en una buena posición en Asturias, que también celebra elecciones autonómicas, habrá llegado a lograr su máximo poder en la historia. Por su parte, el PSOE solo mantendría -de momento- el Gobierno de la CAV.

A pesar de que las encuestas ya lo sitúan al frente de la Junta de Andalucía, el PP no quiere darlo por seguro para evitar la relajación de su electorado. El PSOE, por contra, dice estar seguro de poder frenar el ascenso de la derecha. Más que en la remota posibilidad de una victoria, confía en que el PP no logre los 55 escaños que garantizan la mayoría absoluta y José Antonio Griñán pueda buscar una alianza para mantenerse en el Gobierno. Esto obligaría al actual presidente a mirar hacia IU, que planteará sus propias condiciones en una época en la que cualquier administración afila las tijeras de los recortes. Además, IU ya evitó que el PSOE gobernara Extremadura con su abstención que aupó al gobierno a José Antonio Monago, del PP. Pero si el margen de escaños es muy estrecho, la aparición de UPyD en el Parlamento andaluz podría ser el apoyo de Javier Arenas para gobernar Andalucía.

Para IU, la posibilidad de condicionar el Gobierno andaluz con su apoyo al PSOE supondría un logro que añadir al ascenso de las generales. Pero, aunque parezca la opción lógica, la decisión estaría en manos de las federaciones territoriales, según se ha encargado de recordar el coordinador de IU, Cayo Lara, con lo que no se puede dar por segura. Ambos partidos cerraron las campaña con sus primeras figuras en el Estado. El PP llevó al presidente español, Mariano Rajoy, y a varios ministros, y el PSOE echó mano de su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba y del ex presidente del Gobierno Felipe González.

Sea cual sea al resultado, los andaluces pueden esperar una inmediata aplicación de recortes de los que todos han evitado hablar en campaña.

Paro y corrupción

El desempleo y la corrupción son los principales argumentos de la derecha. Con 8,4 millones de habitantes, y especialmente golpeada por el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, Andalucía, que ha basado su economía en el desarrollo del turismo en las costas del Mediterráneo desde los años 60, tiene la mayor tasa de desempleo en España, un 31,23% contra el 22,85% del Estado español.

Pero el problema no ha surgido con la reciente crisis. «El paro nunca ha caído por debajo del 12% desde principios de 1980», indica Francisco Ferraro, presidente del Observatorio Económico de Andalucía. El dato refleja las tendencias estructurales de la economía española, donde incluso en pleno boom económico el desempleo no se redujo más que a un 8%.

Pero además del paro, el Gobierno saliente, tiene que defender un balance marcado por la corrupción. Pocos días antes de las elecciones, un juez ha enviado a prisión preventiva al ex director general de Trabajo, Francisco Javier Guerrero, y a su chófer, acusados de malversación de fondos por haber asignado y distribuido a voluntad dinero para financiar planes sociales y ayudas para empresas en crisis, favoreciendo a familiares, amigos o personas próximas a su entorno o al de altos cargos de la Junta de Andalucía o del partido.