Como no podía ser de otra manera GARA nos informó sobre las Jornadas Feministas de Leitza; en la edición del lunes, 5 de marzo, leí los últimos artículos al respecto. Estaba reflexionando sobre nuestra ¿militancia? feminista como hombres abertzales y de izquierdas cuando llegué a las páginas de deportes.

Las suelo ojear para ver si la presencia de las mujeres y el tratamiento de género en esta sección cambia o, por el contrario, se siguen potenciando los valores patriarcales en la transmisión de la masculinidad hegemónica, cosa que constato nuevamente. Ahí estaba la desproporcionada información sobre el «derbi» del domingo; ríos y ríos de tinta y emociones para «la cita anual del fútbol vasco»; se refiere al de hombres ya que, al parecer, las mujeres vascas que juegan al fútbol no generan los ingredientes necesarios para ninguna cita anual en un baño de masas. Lo de ellas no es fútbol como manda el sistema, es «liga femenina» o apartado de «féminas». Pero me llamó la atención la secuencia fotográfica de la página 29, donde se refuerza el mérito de la afición realista por hacer frente a la lluvia y la distancia; en otra se visualizan las heridas en una pierna por la agresión del personal de Seguridad, y en el texto siguiente leo que «un aficionado del Athletic disfruta del encuentro en buena compañía». Efectivamente, hay un hombre vestido para la ocasión con camiseta, bufanda, txapela y se le ve disfrutando. Lo que ocurre es que tiene a ambos lados a dos personas que a los ojos del periodista, o de la periodista de GARA, son simplemente buena compañía para el aficionado que disfruta. Ocurre que son dos mujeres invisibilizadas como tales a los ojos del o de la informante. Ni aficionadas, ni disfrutando, no existen como mujeres porque son «buena compañía». Androcentrismo y utilización del machismo, todo eso también a las puertas del 8 de marzo.

Considero a GARA una indispensable herramienta in(formativa) y puede (debe) ser pieza clave en el camino hacia la liberación nacional y social de Euskal Herria, pero la construcción (eso significa cambio) de nuestro estado no ha de sustentarse sobre pilares de desigualdad, ni mucho menos sobre la desproporcionada transmisión de los roles masculinos y de los valores del patriarcado capitalista. Hay mucho por hacer y os pido que también os pongáis las «gafas de género», seguro que os (y nos) enriquece a todas y todos.