Saber qué pasó para que no vuelva a pasar
Ramón SOLA
La nueva muerte por violencia machista en Euskal Herria obliga a intentar salir de la espiral de tópicos y hacerse nuevas preguntas. Por ejemplo, ¿esta repetición interminable de crímenes supone una lacra estructural? Sí, no hay duda. ¿Pero, es solo estructural? ¿eso lo explica todo? Difícilmente. ¿Cualquiera puede ser víctima? Sí. ¿Cualquiera puede ser verdugo?
Culpar de lo ocurrido en Tolosa a un fenómeno estructural o al patriarcado es cierto, pero también se queda corto como explicación. Y corre el riesgo de convertirse en una trampa si lleva aparejado pasar por alto, cuando no ocultar, la historia de cada caso concreto. No se trata de morbo, en absoluto, sino de analizar qué ha pasado porque así será más posible que no vuelva a pasar. La plaga es la misma, pero cada caso es diferente al anterior.
Lo necesitan saber más que nadie las instituciones, con una responsabilidad de primer orden para frenar esta barbarie, pero también la ciudadanía en general. Convendría conocer quién es la persona que acabó con la vida de Caridad, y cuyo nombre ni siquiera se ha difundido oficialmente, al contrario que el de la víctima: ¿Quién era, de qué entorno venía, qué grado de inserción social tenía? Se remarca que ha pasado por prisión: ¿De qué le sirvió? Y que es joven: ¿Se hizo algún trabajo educativo específico con él? Tenía antecedentes por un ataque similar: ¿Hubo seguimiento de su caso, y no a nivel policial, sino terapéutico o socializador?
Y Caridad, ¿sabía quién era el hombre que la ha acabado matando? ¿Tenía mecanismos de defensa? ¿Conocía qué respaldo le podían dar las administraciones? ¿Disponía de un colchón social en el que apoyarse? En resumen, ¿pudo evitarse esta muerte, como sostiene su ex marido?
La única solución de fondo a largo plazo contra esta sangría es lograr que un día ya no haya un solo hombre que se crea superior a una mujer. De acuerdo. Hay una labor ardua ahí, para la que es indispensable denunciar el patriarcado, señalar el fenómeno como estructural, diseñar políticas integrales y ponerse detrás de una y de mil pancartas.
Pero mientras tanto tratemos -también- de poner los medios prácticos para impedir que un nuevo X acabe con la vida de otra Caridad, y para eso empecemos por buscar a ambos y actuar antes de que sea tarde. En caso contrario, quedarse en generalidades acaba siendo solo un síntoma de pereza mental o de corrección política mal entendida, y lo que es más dramático, termina por no resolver absolutamente nada.