Gescrap Bizkaia Bilbao Basket se la juega en Miribilla ante el CSKA de Moscú
Que no sea el último baile, por favor
Los hombres de negro esperan que el ya conocido «Efecto Miribilla» pueda otorgarles el chance de alargar la serie hasta el viernes. Kazlauskas sorprende en su alocución previa al comentar las «provocaciones y antideportivas» de los bilbainos en el segundo partido.
BILBAO BASKET-CSKA MOSCÚ
Arnaitz GORRITI
Lo bueno parece que se acaba para Gescrap Bizkaia Bilbao Basket, y el duelo de esta tarde, el tercero de la serie de cuartos de final de la Euroliga que los enfrenta a CSKA de Moscú, tiene aspecto de último baile. En los dos encuentros disputados la pasada semana en el Universal Sports Hall de Moscú, el rival de los hombres de negro puso bien claro que en cuanto a recursos baloncestísticos es casi imbatible, de modo que deberán ser los emocionales los que lleven, si es posible, a los de Katsikaris a llevarse este partido.
En ese sentido, el ya mundialmente conocido «Efecto Miribilla» -Paco Vázquez se hubiese forrado de haber patentado el término-, con una hinchada que va a llenar el pabellón Bilbao Arena, es uno de los argumentos más socorridos para acometer un partido que, quizás por su dificultad, nadie se quiere perder.
«Parece que, poco a poco, el «Efecto Miribilla» lo conocen en todas partes, y ya es hora de que lo conozcan también en Moscú», declaraba Alex Mumbrú. «Ante todo hay que ser listos y reconocer que ellos son un muy buen equipo, hecho para ganar la Euroliga. Pero nosotros estamos por méritos propios y vamos a plantarles cara. Ahora cambiamos el escenario y veremos cómo reaccionamos aquí», añadía el alero badalonés.
En ese sentido, Mumbrú recomendaba al público «que disfruten, y nosotros ya intentaremos ganar. Al final es el propio público uno de los alicientes por los que estamos aquí».
«Aunque habrá que estar perfectos los 40, o 40 y algo, minutos, confío en el equipo, en su ilusión, en sus ganas», subrayó el alero, a lo que quiso añadir que «no sé si ganaremos o perderemos, pero sí sé que nos dejaremos la piel en cada balón, en cada jugada. Iremos al máximo e intentaremos ganarles. No podemos pensar más allá de este partido».
Y es que la tarea no se le presenta fácil al equipo de Fotis Katsikaris, que ha sufrido contundentes derrotas en la capital rusa la pasada semana en los dos primeros partidos de una serie que se ha puesto muy cuesta arriba para los hombres de negro.
En el primero de esos encuentros, los bilbainos, después de plantar cara en la primera parte, fueron vapuleados en la segunda mitad por los de Kazlauskas, que se impusieron por 98-71. Mucho más, hasta el inicio del último cuarto, aguantaría el equipo vizcaino en el segundo asalto, pero el resultado final fue parecido: 79-60.
Los «llantos» de Kazlauskas
Quizá por ello, tras ver la indiscutible superioridad del equipo del Ejército Rojo, sorprendían las declaraciones del preparador moscovita, el lituano Jonas Kazlauskas. El técnico acusaba al cuadro bilbaino de «no jugar a baloncesto» en ese segundo partido. «Ha habido tantas provocaciones y faltas antideportivas, que hemos perdido la cuenta», añadía.
Veterano y curtido en mil batallas, Mumbrú restaba importancia a esas declaraciones. «Nosotros jugamos a baloncesto a nuestra manera y ellos a la suya. Nosotros vamos a intentar jugar lo más duro posible, defender y correr el contraataque. Me parece curioso que un equipo como el CSKA necesite llorar. Tienen que jugar su baloncesto y competir», sentenciaba el campeón del mundo en 2006.
Este partido se teñirá del color negro. Los asistentes al choque tendrán en su asiento un pañuelo conmemorativo, que servirá para crear un mosaico previo al arranque del choque.
Este histórico partido se teñirá del color negro. Los asistentes al choque tendrán en su asiento un pañuelo conmemorativo de color negro, que servirá además para crear un mosaico previo al arranque del choque.
La broma es recurrente, pero hay que reconocer que Thymios Papagiannis y su equipo, los arquitectos del pabellón De la Paz y de la Amistad, abierto en 1985, anduvieron sembrados cuando eligieron el nombre del recinto.
Su historia la jalonan auténticas guerras -deportivas y casi de las otras-, batallas campales con bengalas y petardos, partidos resueltos a base de calidad y redaños... Todo ello ha hecho que el Stadio Erinis Kai Filias se haya hecho acreedor del sobrenombre de «pabellón de las dos mentiras», porque no hay ni paz ni amistad mientras duran los partidos.
Tampoco habrá paz ni amistad entre el Olympiacos y el Montepaschi Siena que, a las 20.00, juegan el tercer partido de una serie empatada a uno.
Después del juego mostrado durante toda la campaña, los toscanos partían no solo con el factor cancha, sino con el claro favoritismo para volver a derrotar a los del Pireo. Pero el revolcón sufrido en el primer partido de la serie, aparte del hecho de que los helenos estuvieron a punto de imponerse en el Palaestra también en el segundo partido, hace que parezca que los de Ivkovic pueden finiquitar esta ronda de cuartos a su favor. Apoyo no les va a faltar a los Acie Law, Spanoulis, Keselj y demás ante McCalebb, Andersen y compañia.
«Hemos visto dos partidos bonitos y parejos, así que espero que en Atenas serán iguales», recordaba un Simone Pianigiani que, sincero, reconocía que «nuestro objetivo es ganar al menos un partido para poder jugar el desempate en casa». A. G.