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OBITUARIO | LUZIANO EIZAGIRRE

Con tres cojones... y un corazón enorme

Iñaki SOTO | DONOSTIA

Muchos de los muchos vascos que han ido a Cuba y han podido compartir ron, recuerdos y debate con refugiados vascos conocieron a Luziano. De ahí lo políticamente incorrecto del titular, «con tres cojones», una de las frases más recurrentes del militante pasaitarra. Hombre de arrojo, temperamental, no obstante es otro órgano el que mejor define su forma de ser: tenía un corazón grande, de esos que no caben en un cuerpo. Luziano era humano, demasiado humano.

La estancia en Togo, esa condena a la soledad a la que se sumó la trágica muerte de Francisco Javier Alberdi, le marcó. Merece la pena leer su testimonio al respecto en el libro «Deportación, un mal menor», de Pilar Iparragirre (Txalaparta, 1998). Tal sufrimiento afectó a su humor, a la malas rachas en las que recurrió al alcohol, a su maltrecha salud... Pero no afectó a su pasión; por su pueblo, por los suyos.

Luziano Eizagirre nunca aceptó ser ni rehén ni víctima. Solo quiso ser un militante vasco más.