Amaia Agirresarobe, Nekane Altzelai, Ainhoa Aznarez*
Una propuesta, en femenino plural, para trabajar por la Paz
Mujeres que trabajan en el ámbito de la política, en representación de formaciones diversas y con puntos de vista diferentes, buscan hacer una aportación común a la paz que, afirman, «debe ser de todas y para todas las personas». Una paz permanente en el que se respeten todos los derechos de todas las personas.Tras destacar que se está avanzando en ese camino, sostienen que todavía queda mucho por hacer, también en el ámbito de la política penitenciaria, que creen necesario cambiar. En este sentido, consideran una mala noticia la reciente sentencia del Tribunal Constitucional, por lo que hacen un llamamiento a su «reconsideración y rectificación».
Las firmantes de este artículo de opinión somos conscientes que los nuevos tiempos que estamos viviendo son tan esperanzadores como difíciles y complicados. Sin lugar a dudas, estamos viviendo un tiempo de cambio en el sentido más amplio del término. Por un lado, porque estamos sumergidos y sumergidas en una profunda crisis socio-económica, también en la crisis de valores. Por otro lado, porque se están dando cambios significativos en lo referente a la pacificación y a la normalización política. Y dentro de ese contexto, la política también está viviendo tiempos de cambio; en definitiva, también podemos decir que la política está en crisis. La política tampoco está al margen de este nuevo tiempo, y eso debería hacernos pensar, como mínimo el llevar a cabo una reflexión sobre diferentes maneras de hacer política.
No es nuestro objetivo analizar en este artículo de opinión todos los puntos citados anteriormente. Queremos centrarnos en la pacificación y en la normalización política, pero desde la perspectiva de la cultura política entre diferentes. Siendo conscientes de nuestras diferencias, pero asimismo, siendo conscientes de la importancia de acercar posturas y buscar puntos de encuentro para poder avanzar. Dejando a un lado el atrincheramiento, y teniendo siempre como base fundamental el respeto hacia todas las ideologías y posicionamientos.
Queremos hacer nuestra aportación a una paz que consideramos debe ser de todas y para todas las personas. Colocar unos cimientos sólidos en la construcción de una paz permanente para que sean reconocidos, respetados y defendidos los derechos individuales y colectivos de todas las personas. De todas las personas, hayan estado en un lado o en otro. Porque Euskal Herria es plural, como cualquier otro pueblo, y porque su futuro también se tiene que basar en la pluralidad. Poniendo el punto final a todo tipo de violencias. Por lo tanto, queremos subrayar el protagonismo de la sociedad. La importancia de absolutamente todas las personas que conforman esta sociedad y, en el camino de la convivencia basada en el respeto, el papel fundamental que otorgamos a la normalización de las relaciones personales. Respeto mutuo. Relación normalizada entre diferentes. Impulsando y garantizando una convivencia futura con tolerancia hacia las posiciones del «otro», del «diferente», compaginando el derecho a convivir con el derecho a reivindicar cada uno su identidad y proyecto político. Garantizando que todas las personas y colectivos tienen derecho a defender sus ideas y proyectos. Convirtiendo en realidad la reivindicación de derechos civiles y políticos para todas las personas.
Va a ser una ardua tarea la consecución de una convivencia normalizada, más si cabe cuando este pueblo ha padecido tantas violencias. Porque todo el dolor y sufrimiento originado y/o padecido no se supera de un día para otro. Pero aunque no lo parezca, se está avanzando, se están dando pasos con ese objetivo, aunque para algunas y algunos no sean suficientes, o se vaya demasiado lento, o algunas violencias todavía sigan presentes. No podemos negar que estamos avanzando, igual que no podemos negar que todavía queda mucho trabajo por realizar, y que no va a resultar nada sencillo.
Por todo ello, tenemos que encaminar el tema de las víctimas con sumo cuidado si es que tenemos como objetivo la consecución de una convivencia normalizada. Porque la paz no es de exclusiva de nadie, la paz es de todas las personas, debemos construirla entre todos y todas, abriendo la puerta a la mutua relación. Siendo la sociedad protagonista, es responsabilidad de todas y todos el reconocimiento y la declaración de todas las víctimas.
En este nuevo escenario para los derechos humanos, teniendo en cuenta las heridas y las consecuencias que ha sufrido nuestro pueblo en este ámbito, tenemos que expresarlas. Y cerrarlas. Escuchándonos, compartiendo con las demás personas los diferentes relatos pero un mismo sufrimiento. Hacia la construcción de la memoria.
Memoria que recogerá diferentes relatos. No habrá un único relato, no habrá una única verdad. Pero todas y todos tendrán derecho a conocer la verdad. Y a la reparación. Es por lo que nuestro compromiso a favor de la paz permanente tiene como objetivo la libertad, la justicia y la memoria. Resaltamos la pluralidad del colectivo de víctimas. Con independencia de la ideología y del diferente tipo de violencia que les ha llevado a la condición de víctimas, que se deben de reconocer y reparar a todas las víctimas, construyendo la memoria con el objetivo de mirar hacia el futuro.
No podemos dejar a un lado tampoco en estos momentos la política penitenciaria. La situación y la resolución a la problemática de los presos y las presas vascas. Ya que en la consecución del respeto de todos los derechos humanos, no nos podemos olvidar de los derechos que les corresponden a las presas y presos, como personas, y como una de las consecuencias del conflicto. Es por lo que urge el cambio en la política penitenciaria, comenzando por la finalización de políticas de dispersión, y de la puesta en libertad de las presas y los presos gravemente enfermos.
Vemos con preocupación y consideramos una mala noticia, tras un largo tiempo de espera, la sentencia del Tribunal Constitucional conocida hace unos días. Ello porque ratifica una aplicación de la política penitenciaria que se aparta de la legislación penal española, inspirada en el objetivo de la reinserción y no en el ensañamiento, legislación penal y penitenciaria que debe huir de filosofías que permitan en el cumplimiento de las penas que las condenas sean a perpetuidad.
Esta sentencia no ha considerado la «realidad social» del momento que vivimos en nuestro país, pudiendo ser considerada como inadecuada al momento político y social en que ha sido dictada. Es por ello que finalizamos este artículo haciendo un llamamiento a su reconsideración y rectificación, de iure o de facto, para despejar el camino de la paz de obstáculos que pueden llegar a convertirse en insuperables.
*Ikerne Badiola, Asun Fernández de Garaialde, Jone Goirizelaia, Esther Larrañaga, Rafaela Romero, Rebeka Ubera, Lourdes Montero