El estadio de Anoeta será remodelado para eliminar las pistas de atletismo, una insistente demanda del principal usuario de la instalación, la Real Sociedad, y de su afición. Pero no se construirán cuatro torres en sus esquinas, previstas tanto en el proyecto Gipuzkoarena como en el posterior planteamiento presentado por la actual Junta Directiva hace año y medio.

Ambos extremos fueron confirmados ayer a GARA por fuentes conocedoras de las conversaciones que durante los últimos meses han mantenido el club blanquiazul y el Gobierno municipal, en las cuales se han abordado asimismo la financiación de las obras y la posterior gestión de la instalación, entre otros aspectos.

El Ayuntamiento emitió una nota en la que anunciaba la activación del expediente para la remodelación del estadio y apuntaba que «se han analizado distintas posibilidades que permitan de un lado la ampliación, la mejora de sus instalaciones y de las condiciones de accesibilidad, y de otro den respuesta a distintas necesidades y demandas deportivas planteadas».

«Fruto del trabajo realizado se presentarán próximamente las líneas generales del proyecto, para el que será necesario una modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana, de forma que puedan darse los pasos que permitan y posibiliten, desde el punto de vista urbanístico, la reforma del estadio de Anoeta», añadió.

El presidente de la Real, Jokin Aperribay, comparecerá esta mañana ante los medios para ofrecer su punto de vista, si bien todo apunta a que existe una buena sintonía y el proyecto tiene visos de salir adelante.

El Ayuntamiento, titular de la instalación, está dispuesto a allanar el camino para que la Real cuente con un activo que le permita crecer, pero hay ciertas líneas que no va a franquear.

Sin desembolso público

Los actuales gestores municipales ya dejaron claro desde el principio de las conversaciones que no habría desembolso económico por su parte y que si el club quiere realizar obras deberá buscar el dinero.

Anoeta continuará siendo de propiedad pública, al menos en su porcentaje mayoritario, si bien se contempla la adopción de alguna fórmula de gestión público-privada que permita a la Real rentabilizar la inversión. «No habrá privatización», sostienen.

El proyecto Gipuzkoarena, impulsado en su día por la directiva que dirigía José Luis Astiazaran, contemplaba la construcción de cuatro torres de once plantas de altura, destinadas a oficinas y a un establecimiento hostelero.

Aquella propuesta, que en 2003 se presupuestó en 102 millones de euros, terminó archivada en un cajón. Llegaron el descenso a Segunda y la Ley Consursal, con lo que la Real entró en una fase en la que lo prioritario era sobrevivir.

Tras el ascenso, con Zurutuza cantando desde el centro del campo eso de «quita las pistas, Aperri quita las pistas», la actual directiva retomó la idea con un proyecto más modesto -80 millones de euros-, con cuatro torres de ocho pisos.

Buena parte de las esperanzas pasaban porque la FIFA otorgase la organización del Mundial 2018 a la candidatura conjunta del Estado español y Portugal, y que Anoeta fuese elegida como una de las sedes. Ese cántaro se rompió.

«El proyecto en sí no es que varíe demasiado, pero no habrá torres», aseguraron ayer a GARA. Es de suponer que, en las actuales circunstancias, la apuesta no será edificar un campo con más de 40.000 asientos, que era uno de los requisitos marcados por la FIFA para ser sede mundialista. Actualmente la Real cuenta con poco más de 25.000 abonados. En su pico máximo, jugando la Champions, se rebasaron los 28.000.

Otro aspecto a resolver será el de las alegaciones. Hubo más instituciones que en su día aportaron dinero y sus posturas tendrán que ser escuchadas. También advierten de que habrá que compensar al atletismo por la eliminación de las pistas, por muy infrautilizadas que hayan sido.