James Cameron reflota en 3D al Titanic, el «barco de los sueños»
Seis días antes de que se conmemore el centenario de la partida del Titanic del puerto de Southampton, James Cameron estrena mundialmente mañana la nueva copia remasterizada y en formato tridimensional de su filme más conocido: «Titanic». Siguiendo la estela del que fue considerado el «barco de los sueños», redescubrimos los pasajes que cimentaron la leyenda de la mayor catástrofe marítima de todos los tiempos.
Koldo LANDALUZE
El gigante de acero se desliza por su propio peso sobre un dique seco. En su descenso de 300 metros, alcanza una velocidad de 12 nudos antes de ser frenado por seis anclas y dos cadenas que pesan 80 toneladas cada una. Se necesitan tres toneladas de sebo, aceite de tren y jabón para hacer que la estructura resbale hasta el agua. Todo el proceso dura tan solo un minuto. Antes de hacerse a la mar, el flamante Titanic permanece en el muelle de la naviera durante diez meses para que se decoren sus fastuosas entrañas. No hay límites en el lujo y la elegancia de este barco único en su época y que incluye, para uso exclusivo de la primera clase, una piscina interior, una cancha de squash, un gimnasio completo, un baño turco, una biblioteca y una sala de recepción. Los camarotes estándar destinados a la élite social están adornados con revestimientos de madera blancos, los baños cuentan con agua caliente y las estufas son eléctricas. Las salas de estar de las suites incluyen hermosas chimeneas talladas y entre las innovaciones destacan los tres ascensores destinados a los pasajeros de 1ª y uno para los de 2ª.
El 2 de abril de 1912 accede a su puente de mando el veterano capitán Edgar John Smith, un experimentado lobo de mar que ha elegido este viaje como colofón a su brillante carrera. El orgullo de la White Star zarpa de Belfast para dirigirse a Southampton.
Recibidos los informes de navegación, el capitán Smith ordena los preparativos de la partida. Poco antes del mediodía del 10 de abril de 1912, el Titanic comienza a ser remolcado, abandona Southampton y emprende una ruta de 24 millas por el canal de la Mancha en dirección a Cherbourg, en el Estado francés, para recoger más pasajeros. El trayecto por el canal, bordeando los alrededores del sur de Gran Bretaña, sirve a los pasajeros para descubrir las excelencias del buque y a los carboneros y engrasadores para alimentar al máximo los insaciable fogones de la gran bestia de acero. Thomas Andrews y los nueve ingenieros de la compañía Harland and Wolf muestran su contento por el buen desarrollo de esta primera etapa del viaje, que culmina a las 11.30 del jueves 11 de abril, cuando el Titanic llega al puerto irlandés de Queenstown para recoger más pasajeros y correo. A la 1.30, el ancla es elevada por última vez y el Titanic parte hacia Nueva York con 2.228 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación.
La noche del 14 de abril de 1912, 24 de las 29 calderas del Titanic son alimentadas para que el buque alcance la velocidad de 22 nudos. A las 11.30 pm, los vigías Fleet y Lee observan la aparición de una pequeña silueta frente a ellos. Diez minutos más tarde, descubren que la mancha es, en realidad, un inmenso iceberg situado en su misma ruta. Fleet notifica al puente la presencia del iceberg y el sexto oficial Moddy avisa al primer oficial Murdoch para que de la orden de virar a estribor y comenzar la contramarcha. La rapidez de la maniobra no evita que, en pleno viraje, una parte sumergida del iceberg golpee y rasgue el flanco de estribor a lo largo de 300 pies. Al capitán Smith le basta una rápida inspección para comprobar la magnitud del accidente y asimilar que el navío se hunde con más de 2.200 personas a bordo. Pasada la medianoche, el agua inunda la cancha de squash, buena parte de las calderas se apagan y enormes nubes de vapor ascienden por las tuberías de escape. El capitán ordena que se dispongan los botes salvavidas para iniciar una evacuación que resultará dramática debido a que en los botes no hay cabida para todos. Numerosos navíos escuchan las señales de auxilio del Titanic y ponen proa hacia su posición.
Mientras Wallace Hartley y su banda musical animan a los pasajeros de 1ª clase con sonidos de ragtime, Smith ordena que llenen los botes salvavidas con mujeres y niños. Para las 12.45 am, el barco salvavidas de estribor número 7 es puesto a salvo en el mar con tan solo 28 personas (en cada bote salvavidas había espacio para 65). A la 1.15 am, el agua alcanza el nombre del Titanic y la inclinación de la cubierta comienza a ser más pronunciada, lo cual provoca los primeros síntomas de pánico. El quinto oficial Lowe dispara tres tiros de advertencia para mantener a un grupo de pasajeros nerviosos que pretenden asaltar un bote. El titán cruje de dolor y en sus entrañas únicamente se escucha el lamento de los S.O.S desesperados. El acaudalado Benjamin Guggenheim, acompañado de su sirviente Victor Giglio, viste de etiqueta mientras aguarda ser engullido por el Atlántico.
Cuando el gran reloj del salón marca la 1.40 am, muchos de los botes de proa han sido bajados y los pasajeros comienzan a moverse hacia el área de popa. La cubierta delantera es totalmente invadida por el mar. A las 2.00 am, Hartley indica a su banda que interprete «Nearer, my God, to thee». El lacónico adiós musical se entremezcla con los gritos y lamentos mientras el barco adopta una posición completamente perpendicular al mar y se mantiene así por algunos minutos. A las 2.20 am, los restos comienzan a deslizarse hacia el fondo del Atlántico a unos 13.000 pies de profundidad.
La aventura del otro «Titanic»
James Cameron siempre ha sentido una fascinación muy especial hacia los secretos del fondo marino, prueba de ello ha sido su reciente expedición submarina a la Fosa de las Marianas, donde, a bordo de un batiscafo que incluía un buen surtido de cámaras de alta definición y 3-D, ha retratado todo lo que ha visto en su descenso a 11.000 metros de profundidad. Con anterioridad a este hito histórico, el cineasta nos invitó a ser partícipes de una aventura submarina en su película «Abyss» (1989) y durante la gestación de este proyecto conoció al explorador Robert Ballard, el descubridor del pecio del Titanic. A partir de este encuentro, Cameron y Ballard compartieron las emociones que siempre les había generado la tragedia de este mítico trasatlántico.
La primera intención del cineasta siempre fue la de redescubrir los restos del Titanic y aprovechar las ventajas técnicas del sistema IMAX para rodar un documental. Con posterioridad, esta idea primigenia se reconvirtió en un ambicioso proyecto cinematográfico. Cameron escribió un primer boceto y se reunió con los ejecutivos de las 20th Century Fox para expresarles su ambiciosa idea. El realizador de origen canadiense fue muy escueto en su primera presentación: «Mi intención es trasladar la historia de Romeo y Julieta al Titanic». Aprovechando el silencio que provocó esta primera declaración de intenciones, Cameron prolongó su alocución: «También, colegas, pretendo que sea una pieza histórica. Va a costar 150.000.0000 millones de dólares y no tendrá una continuación».
Los ejecutivos dieron su aprobación entre cuestiones tipo: «¿Una cinta épica romántica de tres horas? Perfecto... ¿Tendrá tiroteos? ¿Algo de Terminator? ¿Algún avión de combate Harrier o persecuciones automovilísticas?». Cuando escucharon la negativa de Cameron, los mandatarios de la Fox callaron y se miraron entre sí, expresando sus dudas ante semejante megaproducción. Finalmente accedieron al capricho de un cineasta que siempre les había reportado unas suculentas ganancias, Cameron también les convenció de que la mejor manera de promocionar la película consistiría en organizar una expedición para retratar el pecio del barco. «Miren -dijo Cameron a los ejecutivos-, mi enfoque tiene que ser un poco más detallado. Por lo tanto, para la escena inicial tenemos que hacer que exploren el Titanic y encuentren el diamante, así que vamos a tener desde el comienzo todas las tomas del barco».
Taquilla y récords
La naviera que construyó el navío -Harland and Wolf- abrió sus archivos privados y compartió los planos originales que se creyeron perdidos y cada uno de los utensilios del barco fueron fabricados siguiendo al detalle el diseño de los originales. La Fox adquirió 161.874 metros cuadrados de terreno ubicado en la costa sur de Playas de Rosarito, en México, y construyó allí un estudio el 31 de mayo de 1996. Una gigantesca cisterna de agua sirvió para realizar las tomas del barco, que fue reconstruido a escala completa. A partir de ese instante, sonó la claqueta y la monumental visión de Cameron cobró forma definitiva cuando fue visionada por primera vez en el Festival de Tokio el 1 de noviembre de 1997.
Coronada con once Óscar y unas recaudaciones millonarias que batieron todos los récords, la efímera crónica sentimental compartida por los personajes interpretados por Leonardo DiCaprio y Kate Winslett en el llamado «Barco de los sueños» despertó una inusual mitomanía que, con el paso del tiempo, se ha visto acrecentada con el reestreno del filme en formato tridimensional. Tal y como el propio Cameron ha declarado: «Siempre he intentado buscar una excusa para devolver `Titanic' a la gran pantalla, pues es el lugar que le corresponde. El centenario de su hundimiento y las posibilidades del formato 3-D simbolizaban esta oportunidad. `Titanic' es mi bebé y me he involucrado personalmente en cada una de las etapas del proceso. Limpiamos cada escena antes de empezar el proceso de conversión. La nitidez de la imagen es increíble, mucho mejor que la que pudo ser vista en el año 97. El 3D realza cada escena, tanto las íntimas como las que recrean la tragedia. He intentado que el espectador se involucre plenamente en esta odisea».
Además del estreno en formato 3D de “Titanic”, el centenario del hundimiento ha inspirado y continuará inspirando todo tipo de actos y evocaciones. Titanic Quartet, el flamante museo erigido en la ciudad de Belfast –lugar donde fue construido el navío de la White Star Line– albergará exposiciones y conciertos inspirados en el trasatlántico y servirá como punto de partida para recorrer diversos escenarios originales tales como el dique seco donde se concluyó su construcción o subir a bordo del SS Nomadic que servía como transbordador de los pasajeros del Titanic y su barco gemelo, el Olympic. El pasado mes de abril la casa Guernsey’s subastó más de 5.500 objetos que fueron rescatados del fondo submarino que alberga los restos del navío. En muy diversos puntos del planeta se han organizado cenas conmemorativas en las que se brindará con Henri Abelé –el champán que se sirvió durante la última cena del Titanic– y cruceros de toda índole seguirán la estela macabra de la mayor tragedia marina de todos los tiempos. El canal National Geographic proyectará dos documentales especiales, uno de ellos dirigido por James Cameron y el segundo firmado por el explorador Robert Ballard.
Ignoramos si el Athletic Club de Bilbao llevará a cabo algún tipo de acto relacionado con este centenario ya que gracias a Juan Elorduy, uno de sus jugadores que adquirió 50 camisetas en Southampton durante las navidades del año 1910, el club luce los colores rojiblancos de la compañía White Star Line que ondearon en el Titanic.K.L.