La Real desaprovechó en Cornellá la renta con la que se encontró en el inicio del partido gracias a dos goles de Carlos Vela y tuvo que dar por bueno el empate porque el Espanyol fue superior en el segundo tiempo y, por una vez, el árbitro favoreció al equipo guipuzcoano al no sancionar un claro penalti de Claudio Bravo sobre Sergio García en el minuto 65.

Fue un partido extraño en el que la Real estuvo mal en defensa y en el que la jugada clave estuvo en el último minuto del primer tiempo, en el que los de Montanier concedieron hasta tres claras ocasiones antes de ver cómo el Espanyol recortaba diferencias en un desafortunado despeje de Ansotegi que golpeó en Demidov y se introdujo en la portería de Bravo.

En ese momento, como en tantos otros de la temporada, faltó la virtud de saber romper el ritmo del partido de alguna manera para poder llegar al descanso y resolver allí el problema que planteó uno de los mejores entrenadores de Primera, Maurizio Pochettino, al cambiar su esquema en pleno primer tiempo.

Hasta ese instante la Real tenía bien controlado el encuentro. El Espanyol no había creado ninguna ocasión clara y Vela y Griezmann habían tenido dos buenas oportunidades para sentenciar el partido con un tercer gol. Pochettino vio que no podía esperar al descanso para arreglar la situación y prescindió de un pivote para colocar a Weiss en la banda derecha y jugar con dos delanteros y todo cambió.

A partir de ese momento el partido se descontroló y el Espanyol puso contra las cuerdas a la Real hasta lograr su gol con el minuto 45 ya cumplido después de una gran intervención de Bravo y de un balón sacado sobre la línea con el meta ya batido. Cuando se reciben jugadas de esa manera hay que saber detener el juego y no hacerlo resultó determinante en el partido.

Demasiadas distancias

El Espanyol marcó además en la primera jugada del segundo tiempo en el rechace de un corner en una zona central que se debe proteger mejor. La Real defendió mal en esas jugadas puntuales del inicio y el final del segundo tiempo, pero peor en el conjunto del segundo tiempo, en el que la línea defensiva jugó demasiado retrasada y se abrieron grandes espacios en el centro del campo que motivaron que el conjunto blanquiazul fuera superado y que tuviera que dar por bueno un empate que nadie habría firmado en el gran comienzo de Vela.

El delantero mexicano está enrachado y ya lleva nueve goles en Liga, los mismos que Agirretxe. En ocho minutos ya había disparado dos veces a portería sin mayor peligro y no falló en las siguientes opciones que le facilitaron Elustondo y Zurutuza. En la primera el mérito del gol fue casi entero suyo porque cogió el balón en la banda derecha y nadie le entró hasta que disparó cerca del área. En la segunda estuvo inspirado al superar con una vaselina a un desafortunado Kiko Casilla.

Fue un preludio de lo que fue un partido en el que los ataques se impusieron a las defensas, sobre todo a raíz del cambio de Pochettino. A partir de ese momento la Real no fue capaz de ofrecer soluciones en defensa a la acumulación de jugadores ofensivos del Espanyol. Tampoco ayudó que afrontara el encuentro sin sus dos centrales titulares. Así el encuentro entró en una fase de intercambio de golpes hasta que el técnico del Espanyol entendió que debía recuperar el equilibrio de su equipo y retiró a un delantero para volver al sistema inicial. Vela había vuelto a amenazar con un intento de chilena a centro de Xabi Prieto y Pochettino entendió que no debía arriesgar más.

Tampoco lo necesitó, porque su equipo fue mejor en el segundo tiempo y acorraló a la Real. Ansotegi y Demidov se metían demasiado atrás, los dos medios centros con los que quiso jugar ayer Montanier renunciando al habitual 4-3-3 no llegaban a cubrir los espacios que se abrían y, tras ver como Bravo realizaba una gran parada ante Verdú y Muñiz Fernández perdonaba un penalti y la expulsión al portero chileno, el normando fue el que movió ficha. Dio entrada a Pardo y recuperó su esquema habitual con tres medios centros.

La entrada del riojano tuvo efectos positivos y fabricó la ocasión más clara del segundo tiempo al dejar a Xabi Prieto en una óptima situación. El donostiarra recortó bien a su defensa, pero remató de horror con toda la portería a su merced.

La verdad es que tampoco hubiera sido justo el triunfo, porque casi ni el empate lo fue. Pero es bueno que, sin jugar bien, la Real sea capaz de puntuar fuera de casa ante un rival que pelea por entrar en Europa. Además el punto permite ampliar a nueve puntos y el average la distancia con respecto a la zona de descenso que delimita el Zaragoza tras su derrota ante el Barcelona cuando solo quedan siete partidos para acabar la temporada.