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ENTREVISTA | AITOR HEVIA , violinista

«Hemos tratado de darle a `Las Cuatro Estaciones' un sentido casi operístico»

Aitor Hevia es bien conocido entre los músicos de cuerda de Euskal Herria: fue profesor de violín en Musikene y con el Cuarteto Quiroga visita la Quincena de Donostia o el Musika-Música de Bilbo. Se encarga de la parte solista de una versión, novedosa e insólita, de «Las Cuatro Estaciones» de Vivaldi.

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Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

A pesar de que «Las Cuatro Estaciones» de Vivaldi son extraordinarimante populares y que en el mercado discográfico existen más de mil registros del ciclo, tocado por orquestas y solistas de todo tipo, esta nueva versión de los asturianos Forma Antiqva es la primera que graba un conjunto del Estado. Y quisieron contar para la parte solista con el violín de Aitor Hevia.

¿Qué le pasó por la cabeza cuando le propusieron ser el solista de una nueva versión de «Las Cuatro Estaciones» de Vivaldi, una de las obras más grabadas de todos los tiempos?

Sentí una cierta inseguridad, pues es una obra que ha sido grabada tantas veces, tocada por orquestas tan diferentes, con instrumentos antiguos, modernos, de todos los países y estilos... Lo primero que pensé fue que qué podía aportar de novedoso. Tuve la suerte de poder confiar mi trabajo a Aarón Zapico, que había hecho un análisis en profundidad de la partitura para elaborar una versión muy original y sólida, y confié plenamente en su visión. Es muy enriquecedor trabajar para darle un enfoque inédito a una obra como esta, pensar en cómo puedes sorprender y seducir mediante algo que todo el mundo conoce.

¿En qué reside la novedad de esta versión que han firmado?

Lo que hemos intentado hacer ha sido trabajar mucho en torno al texto de los sonetos que presuntamente escribió Vivaldi. Le hemos dado a la música un sentido mucho más operístico partiendo de las descripciones e imágenes que se evocan en los poemas. Quizá sea esa nuestra principal aportación.

Al escuchar el disco, por momentos lo que se dice en los sonetos se percibe casi gráficamente.

Hemos intentado plasmar de una manera muy fiel la infinidad de descripciones que hay en los sonetos y en la partitura: los sonidos de la naturaleza, el estado anímico, el frío, los animales, los personajes y sus acciones. Para ello, a veces hemos tenido que llevar al límite la expresividad de los instrumentos, usando técnicas de ejecución poco habituales en este repertorio. Otra de las opciones ha sido la de no concebir los conciertos con la actitud tradicional de orquesta que acompaña a un solista, sino creando una simbiosis que haga olvidar el aspecto solístico del violín para construir una mezcla más enriquecedora y compleja de las relaciones entre los instrumentos.

¿Este trabajo ha supuesto para usted el redescubrimiento de «Las Cuatro Estaciones»?

Sí, con este disco he redescubierto un repertorio muy conocido pero al mismo tiempo desconocido. Me ha servido, sobre todo, para agrandar el concepto que yo mismo tenía sobre la música. Porque muchas veces nos encasillamos, creemos que tenemos que realizar algo muy concreto y exacto para ser fieles a la partitura. Esta experiencia me ha demostrado que no, que la libertad interpretativa es muy grande y que a veces se es más fiel a la música haciendo uso de esa libertad.

Usted es un violinista de repertorio moderno. ¿Le va a servir esta incursión en la música antigua para su trabajo con el Cuarteto Quiroga?

Por supuesto que sí. El hecho de tocar con cuerdas de tripa -frente a las de metal que se emplean en la actualidad- y un repertorio totalmente diferente al que hago con el Quiroga me ha ayudado, para empezar, a conocer más profundamente mi instrumento. Porque algo tan sutil como el material de las cuerdas del violín te hace enfrentarte a experiencias interpretativas totalmente diferentes. Con las cuerdas modernas gozas de una mayor agilidad técnica, pero con las de tripa, debido a su tensión menor, puedes estar más relajado física y mentalmente. La conexión de ideas que tienes cuando tocas con unas y otras es muy diferente, pero experimentar con las dos te permite intercambiar esas sensaciones y esas ventajas. Se da un trasvase de conocimientos.

El disco se está vendiendo sorprendentemente bien y está cosechando muy buenas críticas.

Sí, solo en la primera semana de su publicación en Alemania se vendieron dos mil ejemplares, que tratándose de música clásica es muchísimo. Y está cayendo un alubión de críticas fantásticas, que resaltan lo que más nos interesaba: la creatividad, la relación de la música con los sonetos, y la originalidad y frescura que aporta todo eso a una obra tan grabada. Lo que más se está repitiendo es que en este disco se escuchan unas «Cuatro Estaciones» que no se habían oído antes. Está genial que digan eso, pero hemos hecho todo lo posible para que esta visión, además de novedosa, sea profunda. No querríamos que se quede solo en algo innovador.

 

aarón zapico

«Tuve la suerte de poder confiar mi trabajo a Zapico, que había hecho un profundo análisis para elaborar una versión muy original»

Unas `Cuatro Estaciones' contemporáneas

Además de los cuatro conciertos para violín y orquesta que conforman el ciclo de «Las Cuatro Estaciones», el lanzamiento de «Winter&Winter» se complementa con cuatro canciones compuestas por el cantante Theo Bleckmann y el pianista de jazz Uri Caine sobre los textos de los sonetos que presuntamente escribió Vivaldi, pues su autoría no ha podido ser del todo demostrada. La razón para incluir estas cuatro canciones del 2012 es que el productor del disco, Stefan Winter, ve «Las Cuatro Estaciones» como una obra contemporánea: «Estas Cuatro Estaciones -explica- responden al momento presente, ni más ni menos. No hubieran sido posibles hace diez años y dentro de quince, probablemente, ya no conservarán el mismo sentido que tienen ahora». Las cuatro hemosas creaciones de Bleckmann y Caine, que preceden a cada uno de los conciertos, hacen uso casi exclusivo de la voz y del piano junto con diversos efectos electrónicos. Son bastante diferentes entre sí, presentando a veces una relación muy obvia con el original de Vivaldi y otras nada en absoluto. Además, para los amantes del arte, el disco contiene un último extra: las ilustraciones creadas ex-profeso por el artista holandés Marcel van Eeden, tan de moda últimamente, en las que se juega con los tradicionales iconos asociados con las estaciones -pájaros en primavera, flores en verano, hogueras en invierno- para subvertirlas con elementos como aviones, pizzas o escenas de guerra.

M. C.

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