Iñaki LEKUONA | Periodista
Huevos de Pascua
Según algunos estudios, la tradición de los huevos de Pascua podría llegar de aquellas épocas prehistóricas en las que el hielo cubría Europa y sus pobladores, hambrientos tras el estéril invierno, encontraban alimento en los nidos de las aves migratorias atraídas por la primavera. Aseguran también que el huevo es símbolo de fertilidad, de regeneración, y apuntan los que esto defienden a la tradición finlandesa según la cual el mundo nació de un cascarón. Ayer, en el Aberri Eguna, como en tantos y tantos domingos de Pascua, los huevos volvieron a relucir. Urkullu, por ejemplo, se los reclamó a Rajoy en un discurso en el que el precandidato jeltzale a lehendakari batió nación y autonomía, Gernika y nuevos tiempos, guisándolo todo en una tortilla que devoraron sus fieles con devoción democristiana. En Iruñea, en cambio, los huevos los pusieron los manifestantes, porque el Estado se empeñó en hacerles la pascua enviando docenas de lecheras de la Policía Nacional en una tradición provocadora que no se remonta a la prehistoria, pero parece, porque nada tiene que ver la demostración testicular del brazo armado de Madrid con los nuevos tiempos abiertos entre otros por la izquierda abertzale.
Pero es inevitable: cambiar de registro, ya sea individual, social o estatalmente, provoca reacciones de miedo entre aquellos que se sienten cómodos. Por eso, muchos se aferran a recetas del pasado y caminan como pisando huevos, sin querer ver que por muy despacio que vayan, que aunque se detengan, Euskal Herria romperá su cascarón. En el próximo domingo de Pascua, a ver quién es el que se come los huevos.