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NARRATIVA

El horror nuclear

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Iñaki URDANIBIA

Fue el 11 de marzo del año pasado cuando un terremoto de grado 9 sacude la costa japonesa dando lugar a un enorme tsunami. Este provocó importantes daños en la central nuclear de Fukushima Daiichi, dicha planta está ubicada a unos 270 kilómetros al noroeste de Tokio. Sus seis reactores en funcionamientos desde 1971 y con licencia (¿para matar?) hasta 2021 quedaron paralizados, y... cundió el pánico nuclear, una vez más. Antes ya había asomado el horror de la catástrofe total en Hiroshima, en Three Mile Island y en Chernobyl.

Santi Vilanova nos entrega un documentadísimo libro que es de necesaria lectura para cualquiera que se preocupe del futuro de la humanidad, se supone que para todo dios. Nos ilustra con una acumulación de datos técnicos, nos habla de los diferentes sucesos relacionados con la «civilización del átomo» desvelándonos sus características particulares, y luego pasa repaso al comportamiento de las empresas del ramo, de la prensa y de la reacción de los distintos países: desde los nucleócratas hasta quienes forzados por las circunstancias, y por los votos, mandan parar.

Son varias las lecciones que quedan patentes en el trabajo de Vilanova: por una parte, que money is money, y de este modo las empresas nucleares miran para otro lado (a sus competidoras solares con mala cara) y mienten como bellacos, ayudados por sus altavoces mediáticos, para que no se acabe la gallina de los huevos de oro; los políticos, con el abanico abierto de posturas varias, colaboran en la mayoría de los casos con discursos falaces y favorecedores en el más de los casos para el lobby atómico.

Obviamente los posicionamientos del autor del libro no van por esos derroteros sino que alza la voz, y su rigurosa pluma, para alertar de los enormes peligros que nos amenazan y que pueden dar al traste con la vida en el planeta; no cae, no obstante, en los tonos apocalípticos que a veces han asomado en este tipo de discursos. Si bien, y aunque se mantenga la mesura al juzgar este problema, a veces cierto «tremendismo» sí que parece aconsejable teniendo en cuenta que la seguridad de estos monstruos generados por los humanos (por algunos) está sometida al balanceo del que ya hablaba Demócrito entre el azar y la necesidad, teniendo en cuenta igualmente las certeras advertencias vertidas antes, en 1929, de que se iniciase la carrera atómica: «la cuestión del destino de la especie humana me parece que es la de saber si y en qué medida el desarrollo de su civilización logrará dominar la perturbación común por la pulsión humana de agresión y de autodestrucción» (Freud), más tarde estas «profecías» tomaron más fuerza con la aparición mortífera de la energía atómica y la constatación, magníficamente expuestas por el ninguneado «filósofo de lo anti-nuclear» Günther Anders que subrayaba como en su impulso prometeico los humanos habían creado unos ingenios que se le escapaban de las majos al modo frankesteiniano. Y ahora una pregunta toma perentoria fuerza: ¿después de Fukushima, qué?

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