La entrevista con la interlocución del Colectivo de Presos Políticos Vascos que GARA publicó en su edición de ayer ha generado una cascada de reacciones de todo tipo. Lo cual refleja que sus reflexiones han sido leídas, que el interés por conocer de primera mano la opinión de los presos es muy amplio. Y que las posiciones fijadas por EPPK, sean alabadas o criticadas, son un referente insoslayable de la conversación política de este país. Una aportación cualitativa que debe guiarse por un esfuerzo de dejar poso, provocar iniciativa y apuntar horizonte. Que proponga, en definitiva, nuevas aperturas para facilitar el cierre de un acuerdo resolutivo del conflicto y la dinamización de programas de liberación de presos.

El lehendakari Patxi López fue especialmente duro. En un tono avinagrado, exigió a EPPK pedir la disolución de ETA y liberar a los presos «de su propia dictadura». Ni siquiera habló de una nueva política penitenciaria que atienda los derechos de las personas presas, humanice el conflicto y sea proactiva en la consecución de la paz. Eludió nuevamente sus responsabilidades, demostró pereza intelectual y una evidente falta de audacia. Su actitud, además de retratarle, da la razón a EPPK en su convencimiento de que cualquier paso en la buena dirección, por pequeño que sea, genera miedo porque alimenta el proceso y consolida el escenario. Precisamente por eso, se afanan en crear un estado de ánimo social contagioso, que rompa el sentido del momento y del impulso, bloquee las expectativas y pudra la esperanza.

Pero se equivocan. Proyectar ante este pueblo que encierran a los presos de por vida y luego arrojan la llave, representar un cuello de botella donde una persona no pueda pasar a menos que se arrodille, no revela fortaleza ni genera adhesión. Al contrario, amargar a la gente con exigencias imposibles e intragables es una posición políticamente débil, que afea toda su credibilidad. No parecen conocer este país y a sus gentes si creen que los presos y sus familias caminarán solos. Bilbo volverá a demostrar hoy que cuentan con un pueblo en marcha.