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Aniversario del intento de golpe en Venezuela

El recuerdo al fallido golpe abre el camino para la reelección de Chávez

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Alberto PRADILLA | CARACAS

«Si a la burguesía se le ocurriera desconocer los resultados y la victoria del pueblo, ¡todo el mundo a la calle! No solo el pueblo, no, ¡pueblo y soldados a la calle!» Así de explícito se mostró el viernes Hugo Chávez desde el balcón del pueblo de Caracas tras la marcha que conmemoró el décimo aniversario del fallido intento de golpe de Estado en Venezuela. Junto a él, decenas de miles de personas colapsaban el centro de la capital del país caribeño en la primera gran exhibición de fuerza de cara a los comicios que tendrán lugar el 7 de octubre. Todas las miradas estaban puestas en el jefe de Gobierno bolivariano, que apenas había pasado 24 horas en el país procedente de Cuba, donde se somete al tratamiento contra el cáncer que padece.

Sin embargo, son las organizaciones sociales y las miles de personas activadas en los barrios las que protagonizaron la jornada. En la calle se conmemoraba el fracaso de la asonada. Pero las marchas (en realidad, una concentración que confluía desordenada por todo el centro de la capital) también constituyeron un ensayo ante la perspectiva de medio año de movilizaciones para preparar las presidenciales. «Yo estaba en Miraflores hace diez años. Significaba la esperanza de vida para nuestros hijos», asegura, orgulloso, Carlos Blanco, cooperativista residente en el barrio popular 23 de enero pero que se resguarda en la esquina caliente de la plaza Simón Bolívar.

Cuenta, como muchos otros, de qué manera vivió aquellos momentos en el que, tras ser apartado del poder durante 47 horas, Chávez regresó al palacio presidencial a bordo de un helicóptero. Tiene previsto situarse en el mismo lugar desde el que vivió aquella asonada fracasada, precisamente, por la movilización de miles de personas como él. Son las 13.00 horas y el desfile hasta Miraflores es permanente desde todos los puntos de Caracas. Desde tres horas antes, las inmediaciones del complejo gubernamental bullen entre camisetas rojas, banderas del PSUV e infinidad de rostros del presidente venezolano. También aquí se cumple la norma de que toda gran movilización de izquierdas tiene su tromba de agua. Aunque la tormenta no disuade a las columnas que bajan desde los barrios y los camiones convertidos en plataformas musicales que coagulan las vías de acceso al centro, paralizado por un enorme atasco.

La iconografía evidencia la importancia vital de la figura de Chávez. Y su estado de salud centra buena parte de las conversaciones. «¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!», corea Ana Villanero, una jubilada ahora encuadrada en la agrupación Madres por una Televisión sin Violencia que pasea junto a uno de los escenarios colocados en la avendia Urdaneta, la que conecta Miraflores con el centro de Caracas. A su juicio, «él es el único que puede garantizar la paz en el país».

Organización social

Esta declaración es habitual en las calles de Caracas. Y lo cierto es que la capacidad que tiene el presidente venezolano de aglutinar a los partidarios de la revolución bolvariana no ha econtrado todavía una posible sucesión. Aunque también es verdad que los sectores más politizados ponen énfasis en la función de las organizaciones sociales como forma de garantizar la irreversibilidad del proceso. Por eso, la marcha del viernes era también una exhibición de éxitos y una demostración de capacidad de organizarse.

«El logro de la revolución se llama misiones», destaca Nicolás Medina, un exmilitante del MAS venezolano que hace hincapié en que el denominado socialismo del siglo XXI ha supuesto «un despertar» para el país. «Antes eramos un pueblo adormecido. Una élite política se repartía la tarta. Eso no volverá a ocurrir nunca», asegura. Quizás esta sea una de las mejores definiciones sobre el estado de ebullición en el que se encontraba Caracas.

Y aunque resulta obvio que no todos los días son 13 de abril, a pesar de los continuos llamados a la movilización permanente, no hacía falta más que mirar las pancartas para comprobrar el grado de organización alcanzado por la sociedad venezolana. Desde los barrios populares, columnas de vecinos agrupados por sectores desfilaban hacia el centro.

Para las 14.00, en Urdaneta no cabía un alfiler. En esa misma vía, en Puente Llaguno, en el mismo lugar en el que diez años atrás cayeron 18 personas por disparos de francotiradores, un globo gigante emulaba la figura del presidente y un camión con música desde el que un speaker lanza el top ten de las consignas revolucionarias. Desde el «uh, ah, Chávez no se va» hasta el clásico «gringo el que no bote».

Milicias y una nueva policía

Quizás los únicos que no participaban del baile masivo en el que se convirtieron los exteriores de Miraflores sean las milicias bolivarianas, que también su homenaje y desfilaron por la principal avenida durante toda la tarde. «Oye golpista, ven ´pa que veas, que la milicia es la que gana la pelea», repetía sin cesar María, una anciana arrugada que luce el uniforme caqui que identifica a los miembros de esta organización civil en la reserva. Junto a ellos, los futuros policías de la UNES (Universidad Nacional de Expermientación de la Seguridad). En una tierra tan acostumbrada a que los uniformados sirvan al beneficio de las élites, Jesús Rojas, de 25 años y futuro agente «en agosto, si dios quiere», explica la diferencia. «Nuestra educación está basada en proteger y garantizar los derechos humanos», asegura, garantizando que «nunca» se volverá a disparar contra manifestantes en Venezuela.

Finalmente, la intervención de Chávez, de hora y media, cerró una jornada que evidenció la gran capacidad de la izquierda venezolana que ya ha articulado el «no volverán» para frenar los votos de la derecha.

merchandising

Las calles de Caracas concentrban todo el merchandising existente tanto del PSUV como del propio Chávez, que protagonizaba todas las camisetas. Incluso había a la venta un muñeco parlante con frases del presidente venezolano.

«Majunche»

En su discurso, Chávez optó por no nombrar a su contrincante, Henrique Capriles, a quien mentó en todo momento hablando del «majunche», lo que terminó por convertirse en trending topic en Venezuela.

Desconfianza hacia los medios occidentales y rechazo a participar en la cumbre de la OEA

«Quien quiera decir algo, que venga a Venezuela, que vea por sus propios ojos qué sociedad estamos construyendo». Carlos Blanco expresa de este modo su desconfianza ante el papel de los medios hacia Venezuela. Por una parte, están las cadenas privadas del país, enfrascadas en un combate contra el actual Ejecutivo. En la plaza Simón Bolívar se ha ubicado una exposición donde se explica el papel de las cabeceras en el intento de golpe de Estado de 2011. Sin embargo, las denuncias no solo afectan a la prensa local. «Estamos muy preocupados... Hernique Capriles seguro que gana a este presidente, nadie le quiere», ironizaba un hombre junto a un periodista extranjero que filmaba la marcha. Otra mujer añadía, también con sorna, «pueden comprobar lo mal que estamos los venezolanos en esta dictadura». El trato recibido por Venezuela en los medios occidentales ha puesto a buena parte de su población en pie de guerra contra estas cabeceras.

Otro de los puntos tratados tanto por Chávez en su discurso como por los miles de participantes en la marcha fue la participación en la cumbre de la Organización de Estados Americanos que concluye hoy en Cartagena de Indias (Colombia). Finalmente, Chávez no estará por recomendación médica aunque aprovechó su intervención para fijar postura: En primer lugar, defendió la participación de Cuba en el próximo encuentro y la ruptura del veto que se ejerce contra la isla caribeña. En segundo, abogó por romper con esta institución y profundizar en la CELAC, la organización que agrupa a estados latinoamericanos y caribeños. A.P.

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