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alpinismo Chamonix

Invernales notables en la norte de los Drus

Korra Pesce y Jeff Mercier se llevan la primera repetición y primera invernal de la vía «Checa» en el Petit Dru con variantes incluidas. Mientras tanto, Christophe Dumarest y Yann Borgnet firman otra de las escasas repeticiones de la ruta «Lesueur» en el Grand Dru.

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Andoni ARABAOLAZA

La cara norte de los Dru es uno de los terrenos de juego más desalentadores de los Alpes; sobre todo, cuando el invierno se establece en sus negros murallones. Eso lo dicen muchos de los alpinistas que han escalado o que esperan escalar algunas de las rutas allí inscritas. Quizás por todo ello atrae a un buen puñado de alpinistas; es decir, su tenebrosa imagen incita a apostar por hincar el diente a alguno de los escasos itinerarios.

La verdad sea dicha, no son excesivas las altenativas que depara esa vertiente norte. Y, por si eso fuera poco, la mayoría de las repeticiones se desarrollan en los clásico «couloir» norte y la «Pierre Alain». Los demás itinerarios, o no son escalados, o raramente conocen alguna repetición. Y, aunque sea un caso excepcional, algunas de esas propuestas llegan de la mano de alpinistas del Este de Europa. Ahí están para ser escaladas la «Polaca» de los ilustres Kurtyka-Kukuczka, la «Checa», la de los «Guías», la «Rusa» la «Leuseur» o la «directísima Gabarrou».

Por ejemplo, la «Leuseur» y la de los «Guías» solo se repiten en invierno; las otras, en cambio, no conocen visita alguna. Bueno, eso ha sido en parte hasta este pasado invierno; y es que Korra Pesce y Jeff Mercier se han hecho con la primera repetición y primera invernal de la «Checa» en el Petit Dru. Eso sí, con variantes. Una ruta que fue abierta en 1979 por Jan Slavik y Jiri Simon. Fue a finales de invierno, los días 14, 15 y 16 de marzo, cuando la cordada Pesce-Mercier se hizo con la actividad.

Según señala Pesce, la escalada fue como en dos etapas: «Antes de emprender el ataque, estuvimos en la pared y fijamos cuerda. Es un acto que no tiene nada que ver con el buen estilo. Tras fijar volvimos. El primer día Jeff tuvo un contratiempo con un crampón, y es que se le cayó unos 65 metros para abajo. Menos mal que lo recuperó -señala-. Lideré algunas secciones de dry y algunas buenas fisuras justo hasta la cima de un pilar. Se metió el sol, las temperaturas bajaron bruscamente, azotaba el viento... Ahí hicimos nuestro primer vivac».

Durante la siguiente jornada ambos escalan varios tramos complicados de dry, donde Mercier tuvo algún vuelo que otro. Siguen por terreno más fácil pero roto, otras secciones de mixto, y por un sistema de fisuras quieren llegar al tramo clave de la parte superior.

Según informa Pesce, las fisuras eran más fáciles de lo que esperaban: «Era una escalada muy bonita. Después nos dirigimos hacia la «Leuseur», la línea fina del otro lado de la pared. Veo una posibilidad de vivac, pero Jeff, con mejor visión, tira para arriba hacia un pilar donde vivaquearon unos repetidores de la «Leuseur». Jeff llamó a uno de ellos, a Christophe, y le confirmó el lugar. La verdad es que prepararon el vivac con gusto».

Tras el vivac, escalan algunas secciones duras. No saben seguro si se metieron en alguna sección de la vía «rusa», pero siguieron hasta llegar a la cresta. 50 horas después de cruzar la rimaya, los dos alpinistas llegaban a su objetivo.

La «Lesueur»

Mientras tanto, en la norte del hermano mayor de los Dru, Grand Dru, dos alpinitas franceses se hacían con una de esas escasas repeticiones de la «Lesueur». Una cordada muy equilibrada que mezcla la experiencia de Christophe Dumarest y la energía de un joven de 20 años llamado Yann Borgnet.

No era la primera repetición de la temporada invernal, ya que unas semanas antes pasaron por allí John Griffith y Ueli Steck. Esta cordada también se embolsaba una de esas raras repeticiones pero, también ellos, con algunas variantes.

A pesar de tener algunas dudas sobre su capacidad, Borgnet se lanza a la escalada, y recuerda: «Cuanto más me acerco a la pared, más me asusta. A pesar de su estado lúgubre, la montaña está viva. Vemos alpinistas en el «couloir» norte, también en la «Alain», pero nadie en nuestro objetivo. Queremos seguir la línea original de 1952. Por delante tenemos 700 metros de terreno mixto. Las condiciones son relativamente secas y las temperaturas suaves».

El joven de la cordada empieza a liderar algunas tiradas hasta que le pasa el testigo a su compañero Dumarest: «Christophe es un bestia -asegura-. Sin duda está en forma. Después de cuatro largos más, incluyendo uno magnífico, me toca tirar de la cordada. Estoy ante uno de esos pasos clave de la vía. Tuve cierta ayuda, ya que vi a Steck escalar esa sección en el video grabado por Griffith. Me ayudó a no tener un vuelo. El ambiente es casi agradable», rememora.

La cordada lleva ya 16 tiradas, y comienza a analizar la mejor de las ubicaciones para organizar el vivac. No lo tienen muy claro por dónde tirar. Quieren buscar esa plataforma aproximadamente plana, esos dos asientos alargados para poder pasar la noche.

El despertador suena a la cuatro de la madrugada. A Borgnet le toca liderar las primeras tiradas de la escalada: «El largo no me inspira. Tiene un paso corto, pero de esos que impresiona. Lo supero. Siempre me ha sorprendido la adaptación del cuerpo a la roca, ya que me parece que es una cosa inconsciente. Por un sistema automático bien regulado, los movimientos se suceden de forma casi ilógica -añade-. El paso no es nada común; creo que fue más impresionante que difícil. Finalmente, lo superamos y seguimos».

Ya entran en el «couloir» norte, y lo abandonan a un largo de la brecha para seguir por unas bonitas tiradas de mixto en travesía hasta la cima del Grand Dru. Una vez en la cima, a Borgnet se le disparaban las siguientes reflexiones: «Es un momento único de plenitud. Una mezcla de inmediata satisfacción, de relajamiento, de no pensar en nada... Es el ahora mismo».

Petit dru

Korra Pesce y Jeff Mercier firman la primera repetición y la primera invernal de la vía «Checa» con varias variantes

Grand Dru

Christophe Dumarest y Yann Borgnet se llevan una de esas escasas repeticiones de la ruta «Lesueur»

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