La transición pilotada por EEUU y las satrapías del Golfo en Yemen corre grave riesgo por la ofensiva de Al-Qaeda y por el mantenimiento como poder fáctico del entorno del derrocado presidente Saleh.

Su exvicepresidente y sucesor en el cargo, Abd Rabbo Mansur Hadi, es incapaz de imponer su autoridad en el Ejército. Dos generales próximos al expresidente siguen desafiando a Hadi, quien los destituyó en el cuadro de la reestructuración de la cúspide del Ejército.

Y, en paralelo, aumentan las denuncias al viejo régimen sobre su apoyo bajo manga a Al-Qaeda para trabar la transición.

Al-Qaeda ha intensificado sus ataques desde el inicio de la transición el 21 de febrero y los combates en la provincia sureña de Abyane han dejado un saldo de más de 200 muertos.

Mientras Saleh insiste en que «Yemen no será nunca estable sin un papel activo del CPG», su formación pantalla, Al-Qaeda, reivindicó ayer el secuestro del viceconsul de Arabia Saudí en Adén, capital del sur, y exigió la puesta en libertad de sus camaradas por el régimen de Ryad.

Mientras, siguen los atentados y bombardeos en Yemen.