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Obligados a reivindicar el derecho a poder estudiar en su propio pueblo

Estudiar en el propio pueblo o barrio es un derecho básico, pero más de 1.400 alumnos navarros lo ven conculcado diariamente porque han optado por hacerlo en euskara. Tienen que realizar anualmente cinco millones de kilómetros, el equivalente a trece viajes a la Luna. Este domingo, en Larraga, celebrarán, de la mano de Sortzen-Ikasbatuaz, una fiesta para reclamar al Gobierno de Nafarroa que acabe con este éxodo lingüístico en pleno siglo XXI.

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Martxelo DÍAZ

Argi Rus es la madre de uno de esos 1.400 niños. Vive en Artaxoa y cada día se tiene que desplazar hasta Gares para estudiar en euskara. Son catorce kilómetros de ida y catorce de vuelta. Todos los días, un palizón de 28 kilómetros en total, que además obliga a comer en el colegio. Un montón de horas fuera de casa.

«Supone un esfuerzo, pero no te arrepientes. Hicimos una apuesta para que estudiara en euskara, como en su momento hicieron también nuestros padres», subraya Rus, quien, pese a todo, denuncia que esta situación deja en evidencia que «somos navarros de segunda si nos comparamos con otras familias del pueblo que han optado por el castellano y no tienen que hacer frente a ese esfuerzo».

«Ahora no tanto, pero cuando tenía tres o cuatro años, llegaba tan cansado a casa que ni siquiera podía hacer actividades extraescolares», explica a GARA.

Optar por estudiar en euskara en los pueblos que no hay esta oferta supone que toda la familia tenga que trastocar sus horarios. La política lingüística del Gobierno navarro obliga a que toda la familia se amolde para llevar a los alumnos en coche.

En el caso de Rus, son más «afortunados», ya que a través de la asociación Biderra, que agrupa a padres de Larraga, Mendigorria y Artaxoa, han conseguido que el transporte hasta Gares se realice en taxi, para lo que cuentan con la ayuda económica de Sortzen-Ikasbatuaz. Otros padres, en cambio, tienen que utilizar sus propios coches para realizar los traslados. Cada día.

Rus menciona también el riesgo al que se enfrentan sus hijos, al estar obligados a pasar tantas horas en la carretera, muchas de ellas en invierno. El caso de Arantxa Asiain y Víctor Maturet es un ejemplo claro de ese riesgo. Su hijo falleció en un accidente de tráfico cuando viajaba de su pueblo, Oteitza, hasta Lizarra para poder estudiar en euskara. Fue en 1999. Han pasado trece años y la situación no ha cambiado. Actualmente, otra alumna de Oteitza se ve obligada a realizar el mismo trayecto. Cada día, llueva o nieve.

El primer año, el hijo de Arantxa y Víctor viajaba en el autobús que el Gobierno navarro organizaba para los estudiantes del instituto. Sin embargo, sus padres tenían que ir por la tarde a recogerle a Lizarra. Al año siguiente, desapareció la opción del autobús y sus padres se vieron obligados a llevarle a Lizarra por la mañana y traerle a casa por la tarde en su propio coche. Al tercer año se produjo el fatal accidente.

Ambos subrayan el apoyo que recibieron de Sortzen, y en especial del ya fallecido Rikardo Ederra. Tras el accidente se realizó una cuestación económica, pero los padres decidieron destinar ese dinero a ayudar a que otros alumnos estudien en euskara. Precisamente, esos fondos permiten hoy que el hijo de Argi Rus y otros niños de Larraga y Mendigorria se desplacen hasta Gares.

Néstor Salaberria, portavoz de Sortzen-Ikasbatuaz, destaca que la responsabilidad de este éxodo lingüístico al que se ven abocados 1.400 alumnos es del Gobierno navarro. «Lo único que pedimos es igualdad de condiciones para poder estudiar en euskara, pero el Gobierno de Navarra no hace más que poner trabas. No es que tengamos que correr los cien metros obstáculos, sino que tenemos que correr los cien kilómetros obstáculos», explica.

Aunque la Ley del Vascuence, que establece límites internos en el herrialde reconociendo unos derechos a unos ciudadanos y negándoselos a otros por vivir unos pocos kilómetros más allá, es uno de esos obstáculos, Salaberria subraya que, incluso con la actual legislación, podría responderse satisfactoriamente a la demanda de educación en euskara. «¿Por qué en Noain, que es zona `no vascófona', hay modelo D y no en Ameskoa, que es mixta, a pesar de que hay una demanda del 100% de la población escolar?», pregunta. «El problema no es la ley, sino la falta de voluntad política», responde.

Otros ejemplos confirman este análisis. Por Mirafuentes pasa el autobús escolar, pero solo recoge a los alumnos del modelo en castellano. Los del D no pueden subirse. En Mañeru o Zirauki existen alumnos suficientes para tener escuela en el pueblo, pero como han optado por estudiar en euskara tienen que desplazarse hasta Gares o Lizarra.

«Estamos pidiendo poder estudiar en euskara, en el modelo D, que es el único que garantiza una enseñanza en euskara, castellano e inglés. Pedimos dejar de ser navarros de segunda», señala Salaberria, mientras que Rus recuerda que esta situación también la sufren quienes han optado por escolarizar a sus hijos en ikastolas.

La jornada festiva del domingo comenzará a las 10.30 con una recepción en la plaza. Se homenajeará a Arantxa Asiain y Víctor Maturet, un reconocimiento que ellos hacen extensivo a todos los padres que han optado por la enseñanza en euskara. A lo largo del día habrá un amplio programa festivo.

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