Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista
La crisis en España no afecta a su soberbia
La decisión argentina de recuperar el control de YPF marca una semana aciaga para la marca España y presagia lo peor para un país que hace pocos años exigía un puesto en el G-8 y suspira hoy por no quedar totalmente descabalgado en la arena, económica y política, internacional.
Como siempre, Madrid se ha tomado el asunto como una ataque a su honor. Olvida que poco respeto puede exigir un Estado cuyo jefe se dedica a cazar elefantes mientras todo se hunde a su alrededor. Y menos una España que aprovechó la debacle total de Argentina a finales de los noventa para desembarcar, a precio de saldo, con sus multinacionales.
Las tornas han cambiado pero estos siguen sin enterarse. Y en lugar de intentar aprovechar siquiera y de forma civilizada su privilegiada posición -por cuestiones históricas y lingüísticas- en América Latina, han vuelto estos años a optar por la soberbia, tratando a los argentinos como colonizados. Y, una vez consumado el desastre, insisten en amenazar, negando la legitimidad de la decisión e incluso la inteligencia del pueblo argentino.
Van dados si esperan una disculpa y propósito de enmienda de Argentina. Eso vale para un país cincelado en el cinismo del arrepentimiento cristiano, las tres avemarías y el vuelta a empezar.
Mejor harían intentando arreglar los problemas domésticos, que son muchos y de índoles diversas.
Aunque humano, es cierto que no es de recibo disfrutar con la desgracia ajena. Pero siempre que lo ajeno no se imponga a lo propio, como acostumbra a hacer España, allá y acá. Como dirían los argentinos, «que te vaya bonito, pero no me jodás».