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CRíTICA | ESTRENOSEN CARTELERA

Tú a Fukuoka y yo a Kagoshima

Al contrario de lo que ocurre con las producciones de Hollywood para todos los públicos, en «Kiseki» el sueño que piden estos niños no se cumple al final. La contrariedad no conlleva ninguna decepción, pues de lo que se trata es de adaptar los deseos intimos a la realidad, sabiendo que sin luchar no se alcanza el objetivo planteado. La leyenda urbana del tren bala representa un símbolo, una aspiración legítima para dotar de su necesario lado humano a la tecnología. El momento en que se cruza el tren que ha salido de Fukuoka con el que lo hace de Kagoshima no es una explosión mágica, sino que recuerda más bien a los enunciados de los ejercicios de cálculo que se impartían a los escolares. Y es que los dos hermanos separados han de ser prácticos en su afán de reunirse de nuevo, tanto en cuanto su reencuentro depende del divorcio entre sus progenitores y de la decisión de que uno viva con el padre y el otro con la madre.

«Kiseki» no sería lo mismo sin la actuación estelar de los Maeda-Maeda, dúo cómico-infantil cuya popularidad en Japón va emparejada a la de Quruli, el grupo de pop que interpreta las canciones perfectamente integradas en la emotiva y perdurable banda sonora. Ohshirô Maeda es el travieso y bromista, mientras que Koki Maeda se muestra mucho más tranquilo y responsable. Podría parecer que al hermano pequeño y de aspecto menudo no le preocupa y afecta tanto la desestructuración familiar como al mayor y mejor alimentado, pero no dejan de ser complementarios, más aún cuando están destinados a entenderse y a compartir vivencias en su isla de Kyushu, con o sin alta velocidad de por medio.

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