«Los ojos de la guerra» busca desmitificar a los reporteros de guerra, convertirlos en personas de carne y hueso, al fin y al cabo, «es periodismo local, como lo que hacéis vosotros aquí; lo extraordinario es el contexto». Mikel Ayestaran, reportero de guerra, se refería así a los periodistas que nos encontrábamos reunidos en la presentación del documental dentro del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia.

«Los ojos de la guerra» es un fiel retrato del día a día de estos periodistas durante sus viajes a las zonas de guerra. Un documental que surgió de una idea sobre los blogueros de guerra y que evolucionó hasta convertirse en un proyecto más grande y que ha involucrado a los reporteros David Beriain, Sergio Caro, Hernán Zin, Mikel Ayestaran y Gervasio Sánchez.

«Cuando les planteamos la idea algunos nos miraron incrédulos. Tenían miedo de que el trabajo se convirtiera en un `Gran Hermano'», explicó ayer el director del documental Roberto Lozano. «Lo primero que me creó dudas fue viajar con gente, yo siempre viajo solo y no estoy cómodo con gente», confesó Ayestaran.

Los responsables del documental, Lozano y Roberto Fraile -director de fotografía y cámara-, viajaron con los protagonistas a las zonas en guerra que debían cubrir. «Conmigo vinieron a unas elecciones en Bagdad, no era una situación espectacular, pero estoy contento con el resultado porque se refleja la realidad de la situación», explicó Ayestaran.

Reflexiones con experiencia

Pero junto a los cinco reporteros, el documental «necesitaba» unas reflexiones de «gente experimentada», dijo Lozano. Reflexiones sobre el reporterismo, sobre la guerra, sobre la naturaleza del hombre... Así, también invitaron a Arturo Pérez-Reverte, Javier Bauluz, Alfonso Rojo, Rosa María Calaf, Ahmed Rashid o Jon Lee Anderson.

Aunque la mayoría de las imágenes fueron grabadas por Roberto Fraile, algo de material fue cedido por los propios reporteros; ya que, muchas veces los problemas de logística -o de espacio- les impedían ir más de una persona. Tal fue el caso, por ejemplo, de una secuencia donde David Beriain viaja en un convoy de soldados norteamericanos con la misión de evacuar a unos afganos en mitad de un ataque de los talibanes. «Nuestra obsesión era tener imágenes propias, pero el objetivo es lo que cuenta, el cómo conseguirlo es lo de menos», dijo Lozano. «El trabajo es el mismo», añadió Fraile.

En las guerras los reporteros suelen ser, cada vez más, víctimas de ataques o bombardeos y muchos son los fallecidos en esas tierras hostiles. Por eso, Lozano y Fraile dedicaron una secuencia a José Couso, reportero gráfico que murió en Irak el 8 de abril de 2003 a causa de los disparos de un carro de combate estadounidense contra el Hotel Palestine de la capital en el que se encontraba. Pero no fue el único en quien pensaron, también en Miguel Gil, quien murió durante una emboscada guerrillera en Sierra Leona en 2000. Por eso, en los créditos finales dedican la cinta a todos aquellos compañeros y amigos caídos. «Se lo dedicamos a todos por no olvidarnos de nadie y porque las guerras seguirán existiendo», explicó Lozano.

Pero también dedican una escena a la conversación totalmente normal -se cuentan cómo ha ido el día- de Sergio Caro con su mujer vía webcam. «Está pensado para que la gente no tenga el corazón en la garganta todo el tiempo», comentó el director. «Skype ha sido un bálsamo. Yo he visto crecer a mi hija de 3 años», comentó Ayestaran.