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Hallan el cuerpo de un manifestante en un Bahréin blindado por la F-1

Docenas de vehículos armados y fuerzas de seguridad con material antirepresivo tomaron la carretera que lleva al Circuito Internacional de Bahréin, donde hoy se celebra el Gran Premio de la Fórmula 1, y los alrededores de la capital ante la previsión de nuevas protestas de la comunidad chií, que exige reformas en un país dominado por el rey suní Hamad bin Isa Al Jalifa. La oposición denunció ayer el hallazgo de un manifestante muerto tras su detención.

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Bahréin amaneció ayer tomado por las fuerzas de seguridad. Vehículos armados ocuparon los alrededores de la capital, Manama, y la carretera que lleva al Circuito Internacional, donde hoy está previsto que se celebre el Gran Premio de la Fórmula 1.

Pese al incremento de la represión, los opositores chiíes reiteraron su intención de seguir con las movilizaciones y de aprovechar la atención internacional puesta en la carrera para expresar sus reivindicaciones. La oposición culpa a la élite suní y a la Familia Real de cerrarles el paso a las oportunidades, empleo y vivienda.

Las autoridades, que prometieron «tolerancia cero» con las protestas, han empleado a lo largo de las últimas semanas gases lacrimógenos y bombas ensordecedoras, además de ordenar la detención de decenas de personas. Ayer, en vísperas de esta importante cita deportiva, apareció en el tejado de un edificio en Shakhura, una localidad chií situada a cuatro kilómetros al este de Manama, el cadáver de un manifestante.

Según anunció el principal grupo de oposición, Wafaq, se trataría de Salah Abbas Habib, de 36 años, detenido el viernes cuando participaba en una manifestación «salvajemente reprimida». Un familiar suyo indicó que, tras la detención, «no tuvimos noticias de él hasta el anuncio del hallazgo de su cuerpo este sábado por la mañana»,.

Según varios testimonios, decenas de manifestantes se enfrentaron durante la noche del viernes a las fuerzas de seguridad en varios pueblos chiíes cercanos al circuito de Sakhir, convocados por el movimiento de los Jóvenes del 14 de febrero, que prometió «tres días de cólera» bajo el lema «No a la fórmula con sangre».

Por otra parte, activistas denunciaron la detención ayer de Zainab al Jawaja, hija del activista opositor Abdulhadi al Jawaja, en huelga de hambre desde hace más de dos meses, por intentar organizar una protesta cerca del «Financial Harbour».

Anteriormente, fue arrestada el pasado día 5 y liberada tres días después por exigir en las inmediaciones de la sede del Ministerio del Interior la excarcelación de su padre, que ha dejado de tomar líquidos y cuyo estado es de máxima gravedad.

En Londres, unas decenas de personas se manifestaron ante la sede de la Fórmula 1 para denunciar la celebración de la carrera y criticar al patrón de la F1, Bernie Ecclestone. Los activistas también llamaron a boicotear la carrera, especialmente a los pilotos británicos Jenson Button y Lewis Hamilton, «para no legitimar al régimen». Ecclestone, sin embargo, se mantiene firme en su decisión de no suspender la carrera, culpando de la situación a los medios. «Les encanta esto. Lo que necesitamos es un terremoto o algo así para que puedan escribir de ello. Quieren una historia y ésta es una buena historia. Y si no hay una historia, la inventan, como siempre. Nada ha cambiado», declaró recientemente. El año pasado tuvo que ser cancelada tras la muerte de 35 personas.

Una combinación de negocios, política y márketing

En sus 62 años de historia, la Fórmula 1 no ha dudado en viajar por razones comerciales a países con una situación política muy grave, como es el caso de Bahréin. La tensión en el país dura desde hace un año y la celebración hoy del Gran Premio puede ser el detonante de nuevos incidentes, que pueden incluso provocar la suspensión de la carrera. La Federación Internacional del Automóvil (FIA) intentó zanjar la polémica tras varias semanas de controversia ratificando la celebración de esta competición pese a la tensa situación y a la represión.

En el pasado, la Fórmula 1 no dudó en llevar su «circo» por razones puramente comerciales a países como la Sudáfrica del apartheid o la Argentina de Rafael Videla, que acaba de admitir en el libro «Disposición final» del periodista argentino Ceferino Reato que ordenó matar y hacer desaparecer a «7.000 u 8.000 peronas para ganar la guerra contra la subversión y disciplinar a una sociedad anarquizada».

Seis meses antes del Mundial de Fútbol de 1978, Argentina acogió un Gran Premio de Fórmula 1. La Junta Militar, con Videla a la cabeza, quiso con ambos eventos deportivos aparentar una imagen de normalidad.

Hasta 1985, el circuito de Kyalami, en las alturas de Johanesburgo, en Sudáfrica, fue una de las etapas obligadas del Mundial de Fórmula 1, en la misma época en que Nelson Mandela estaba en prisión. Ese mismo año, hubo intensas discusiones dentro de la asociacion de pilotos de grandes premios sobre si había que boicotear o no la carrera, después de que dos escuderías francesas, Renalut y Ligier, decidieran no participar.  GARA

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