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Vari Caramés juega a desenfocar lo cotidiano en la sala Rekalde

La sala Rekalde de Bilbo reúne el trabajo de casi toda una vida del gallego Vari Caramés a través de 150 fotografías. Imágenes que juegan con el desenfoque, el reflejo y la sugerencia, buscando la belleza atemporal de lo más próximo, cercano y cotidiano.

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Ane ARRUTI | BILBO

Más que mostrar, las fotografías de Vari Caramés (Ferrol, 1953) sugieren situaciones, sensaciones o acciones. Son momentos robados que inmortaliza por impulso, sin ninguna idea preconcebida. La exposición «Ritmo mareiro, 1980-2012» es una retrospectiva del fotógrafo gallego que recorre su trayectoria, «de recuerdos, de sensaciones, que fui recogiendo a lo largo de esta marea del tiempo», a través de más de 150 fotografías.

En la muestra, la bruma, la lluvia son una constante; también las playas y el nado -otra de las pasiones de este exsurfista-. «Siempre llevo una cámara compacta encima. Intento sacar el mayor jugo a lo más próximo, cotidiano, cercano... No me gusta la puesta en escena, son momentos cazados», confesó el fotógrafo.

«Me gusta desactualizar las cosas, hacerlas atemporales, que las imágenes estén tomadas en cualquier momento y en cualquier lugar, que no sea muy reconocible. Eso me divierte», señaló Caramés, quien no tiene reparos en confesar que para él la fotografía es como un «juguete». Le gusta lo que hace y cómo lo hace y se mantiene fiel al carrete. «Confieso que probé lo digital, pero estoy tan acostumbrado a hacer trampas con la cámara que no me encontraba seguro. Además, no me gusta ver el resultado al instante. Prefiero esperar, jugar al acierto y al error». Y eso se nota sobre todo en el grano -«no es ruido, como lo llaman ahora los jóvenes, eso siempre ha sido grano»- de las instantáneas, que se asemejan al puntillismo.

Las primeras fotografías están tomadas en blanco y negro y son de formato pequeño. «Me gusta que el espectador se aproxime a la foto», explicó. Vemos series como «La movida viguesa», «Coruña by night», «Castelos de Galicia», «Compostela» y «Visión animal». Pero hacia el año 2000, Caramés comenzó a jugar con el color, con imágenes al límite de lo pictórico y en un formato algo más grande, que se aprecian mejor a mayor distancia. Aquí reúne las series «Miraxes», «Tránsito», «Escenarios» y «Recreo». La muestra está comisariada por Miguel Fernández-Cid, director de la Fundación Gonzalo Torrente Ballester y después viajará a Badajoz y A Coruña.

«No es una exposición para gente de visión rápida, sino para pasar una tarde tranquila mirando fotografías». La invitación está hecha: hasta el 8 de julio en la sala Rekalde.

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