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Die Linke busca su lugar en el nuevo panorama político alemán a la espera de renovar su dirección

¿Quién va a dirigir al partido socialista Die Linke? ¿Dónde se ubicará esta formación después de que el Partido Pirata se esté convirtiendo en tercera fuerza política en el ámbito federal? Ambos interrogantes surgen pocas semanas antes de dos citas electorales regionales decisivas.

Ingo NIEBEL

La irrupción del Partido Pirata ha cambiado profundamente el panorama político de Alemania. Su éxito en las elecciones regionales de Berlín a principios de año, ha obligado a los demás partidos a tener cuenta a esta formación, aún en plena consolidación, porque les resta votos que, sobre todo los Verdes ecologistas y el socialista Die Linke (La Izquierda), necesitan al menos para mantener sus actuales posiciones.

Tanto ideológica como políticamente, ambas formaciones no tienen nada en común al margen de que en estos momentos no saben dónde está su lugar y cómo evitar que sus votantes se suban al barco de los piratas. Además, al Linke se le presenta, de nuevo, su viejo problema de liderazgo interno desde que su copresidenta, Gesine Lötzsch, anunciara sorprendentemente su renuncia por razones familiares. Al mando ha quedado solo Klaus Ernst, que aún no se ha pronunciado sobre si quiere repetir en el puesto a partir de mediados de junio, cuando la formación votará la nueva cúpula. Por el momento, hay al menos un aspirante al cargo, el vicepresidente del grupo parlamentario en la Cámara alemana, Dietmar Bartsch.

El diputado procede del antiguo Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA), que gobernó la República Democrática Alemana (RDA) hasta poco después de la caída del Muro (1989). Después, el PSUA transformó su nombre en Partido del Socialismo Democrático (PDS) y, en 2005, se fusionó con el WASG occidental, formado por exsocialdemócratas como Oskar Lafontaine. Este último encabeza el ala «izquierdista» del Linke, mientras que Bartsch es considerado como «derechista», porque aboga por un acercamiento al Partido Socialdemócrata (SPD), que Lafontaine rechaza de momento por razones estratégicas. Con el popular expresidente del SPD de nuevo al frente del partido, el Linke podría recuperar forma solo por su retórica, pero, desde el punto de vista político y personal, Bartsch y Lafontaine no son compatibles. La disputa abierta entre ambos es parte de la crisis interna que el partido está viviendo desde 2010, cuando el apodado «Lafo» dejó la presidencia y Bartsch la gerencia del partido. El choque entre las dos corrientes acabó en una guerra fratricida que se ha calmado pero que sigue abierta.

Para encabezar al Linke se baraja también el nombre de Sahra Wagenknecht, exlíder de la Plataforma Comunista en el seno del Linke y que, como Lafontaine, mantiene un obstinado silencio. Algunos sectores del partido se oponen a que lideren la formación, no por pertenecer al ala «izquierdista», sino por mantener una relación sentimental.

A esto se añade otro problema estratégico: su fuerza política surge del este alemán donde cuenta con muchos veteranos del PSUA que, simplemente por su pasado común, siguen siendo fieles a «su partido». Pero estas generaciones están acercándose a su fin biológico mientras muchos jóvenes ven un mayor atractivo en la abstención o en el Partido Pirata.

Los bucaneros, que hasta ahora no han presentado un programa global que defina qué sistema político quieren, son, según los más recientes sondeos, la tercera fuerza con el 13% de la intención de voto, por detrás de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel (35 puntos) y el SPD (25 puntos). Los Verdes alcanzarían los 11 puntos y el Linke, solo 7 puntos. El socio liberal (FDP) de Merkel está rozando el límite del 5%.

Con la vista puesta en las elecciones generales de 2013, los comicios regionales en los länder Schleswig-Holstein y Renania del Norte Westfalia, el 6 y 13 de mayo, adquieren especial relevancia. En ambos estados tanto el Linke como el FDP podrían quedarse fuera del hemiciclo. En el caso de los liberales, su fracaso podría culminar en una crisis de Gobierno, con la opción de convocar elecciones anticipadas. Para el Linke supondría, en cualquier caso, un nuevo debate sobre quién debe guiar al partido y en qué dirección.

Pero el debate sobre el liderazgo del partido no se producirá hasta después de estas citas electorales porque su presidente Ernst quiere que la formación se centre en las campañas electorales. Quiere ganar puntos con tres temas claves: introducir el salario mínimo, eliminar los 10 euros por trimestre que cada paciente debe pagar cuando va al médico y subir la cuota de 30 céntimos que los contribuyentes pueden desgrabar por cada kilómetro desde su casa al trabajo. A mediados de mayo se sabrá si esta receta consolida al Linke y pone coto a los Piratas.

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