«Radiaciones luminosas» lleva ya unos meses recorriendo los oídos de miles de seguidores de la banda crecida en Getxo y experimentada en Madrid. Ha conseguido cumbres, como llenar el recinto de Botika Vieja en fiestas de Bilbo, resistir doce años y grabar siete referencias donde el pop y el rock and roll siempre han sido el brazo del otro brazo.

Con su nuevo disco en la mano, recién desprecintado, cabe preguntarse si «Mi calle» será aquella enorme canción de Lone Star, si se habrán atrevido con ella Zodiacs. Con las primeras notas abatiendo los conos de los bafles, no cabe duda: sí, lo han hecho y se les agradece, la cuestión es que es imposible ni siquiera acercarse al original, la versione quien la versione. En cualquier caso, no importa, nos han alegrado el día con los recuerdos, mientras que los más jóvenes habrán dicho «qué pedazo canción de los Zodiacs», perfecto.

En realidad, «Mi calle» es una buena versión ante un original infinito y tampoco, ni mucho menos, llega a ofender. No podría ser porque Zodiacs posee la suficiente calidad, cultura e inspiración como para acometer con solvencia clásicos o caras B.

Gloria bajo la aguja

«Radiaciones luminosas» es un imponente disco (versión cedé y elepé con todas las frecuencias) de trece canciones donde la evanescencia de los sesenta, la sicodelia, se funde con el rock grueso de los setenta y el power pop de ambas épocas, pero siempre sonando como si ayer fuese hoy.

Al final, la escucha solo puede conducir a un punto: que se está ante uno de los mejores discos del último decenio. ¿Cuál es la canción de relleno? No existe. ¿Cúal es el instrumento menos relevante? ¿El bajo? ¿La batería? ¿Los teclados? Es decir, ¿los tres clásicos del olvido? Pues no, suenan de locura, ellos y todo lo que les acompaña: guitarras, melodías y voces.

Si a esta circunstancia, se le añade la calidad de las composiciones y arreglos, más el descarado flirteo de estilos y robos con licencia de las dos décadas apuntadas, esto no puede ser otra cosa que un disco de los auténticamente imprescindibles.

«Pilotos del aire» puede tener un toque santanero, como «Tormenta eléctrica», pero «El brillo de tu juventud» es rock and roll. «Satanás» es rock insolente ante la cruz, una elevación espiritual sin necesidad de libro sagrado alguno abierto. «Maniobras de control» especula entre el power pop y la suciedad de Teenage Fanclub, «María la serpiente» es para la banda «su personal `Paint it black'» y se les puede creer. «Tu sangre» es cósmica, como un ataque de polvo estelar. Es el tono del disco, pop, sicodelia, mucho fuzz, power-pop, rock... e incluso toques The Jam o The Who. Qué bestias y qué manera de concluir disco con «Balada de un enterrador», sucia, descarnada y come neuronas.

Libertad

«Tras nuestro segundo disco emigramos a Madrid y tocamos mucho por sus salas y conocimos a buena gente. Grabamos unas maquetas con Fernando Pardo (Sex Museum) quien produjo también «Golpe de Calor» [su segundo disco]. Estos temas llegaron a manos de peces gordos de la industria managementaria y discofágica quienes se sorprendieron de que un grupo con un carácter underground pudiera escribir también buenas canciones», describe la banda.

Les ofrecieron una gira con Fito y Los Fitipaldis, «aceptamos»; les ofrecieron un contrato discográfico y dinero, «también aceptamos y nos pasamos unos años tocando como locos y grabando: `Zodiacs' (2006), `Por un puñado de extras'(2008) y `3, 2, 1' (2009), todos ellos con Dro-Warner». Además de temas para una película y un anuncio de refrescos.

¿Qué ha ocurrido con «Radiaciones luminosas»?, que se lo han autogestionado para maximizar la libertad y todos sus recursos creativos.