
Hollande, �primera elecci�n o mal menor?
La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas estuvo llena de sorpresas. La menor fue la victoria del candidato socialista, Fran�ois Hollande. La segunda y m�s chocante, los espectaculares resultados de la candidata ultraderechista y populista, Marine Le Pen. La tercera, la alta participaci�n: m�s de un 80%, que desmonta el mito de una ciudadan�a desmovilizada y desilusionada. La derrota del presidente Sarkozy, un batacazo personal, m�xime cuando en los 50 �ltimos a�os ning�n presidente saliente hab�a fallado en el primer asalto, ha sido significativa pero no decisiva. El hipot�tico alineamiento de los datos globales de la derecha hace que la batalla final de la segunda vuelta se presente al filo de la navaja. En clave de refer�ndum sobre Sarkozy, los resultados son claros y marcan tendencia.
Pero para muchos votantes de la izquierda, Hollande es un mal menor, no su primera elecci�n. Los resultados parciales muestran a un candidato -antiguo primer secretario del PSF, parlamentario de Corr�ze y con un estilo propio de �Se�or Normal� que utiliza como marca- necesitado de alinear el voto de la izquierda y de neutralizar la posibilidad de que los desencantados con el establishment que votaron a Le Pen lo hagan con Sarkozy. El rechazo y el castigo a un Sarkozy cada vez menos convincente e incapaz de solucionar la degradada situaci�n de crisis ha llevado a millones de ciudadanos a considerarlo, m�s que parte del problema, como el verdadero problema. Y ello juega a favor de un candidato socialista que pocas veces habr� tenido el sentido del impulso y del momento tan favorables. Pero es aventurado el pron�stico en una Rep�blica muy dada a las campanadas y al ataque por todos los medios para minar la credibilidad del adversario. Sarkozy atacar� con fuerza a Hollande en un intento de que sus votantes se queden en casa el d�a de la votaci�n.
El 18% de Le Pen confirma que su influencia crece, que la nostalgia por un siempre mejor y a menudo imaginario pasado -sin inmigraci�n en masa, globalizaci�n, Europa o Islam- ocupa el carril central de la pol�tica francesa y europea. Ese populismo es tentador y da dividendos. Pero que vote masivamente por Sarkozy, �el presidente de los ricos�, es algo que nadie puede dar por hecho.