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Análisis | elecciones presidenciales francesas

Entre las dos vueltas, un debate y un Primero de Mayo caliente

Los quince días que separan a las dos vueltas en que se dirime la Presidencia se aderezan del cortejo persistente a los votantes de las opciones que se resisten a dar consigna de voto. El FN de la exultante Marine Le Pen y el MoDem del taciturno François Bayrou se prestan al juego con la vista puesta en las legislativas.

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Maite UBIRIA Periodista

Nada más conocer los resultados de la primera vuelta de las eleciones presidenciales, el presunto derrotado dejó clara la estrategia. Nicolas Sarkozy puso sobre la mesa la primera pieza para tratar de desestabilizar un tablero que no le es favorable pero que tampoco ha quebrado del todo la fe en la victoria de la derecha.

El primer presidente saliente que no ha logrado la pool position en una primera vuelta, retaba al presunto ganador, François Hollande, a afrontarle no en uno sino hasta en tres debates antes de la liza final.

La respuesta de Hollande fue lacónica. La tradición impone un debate y cuando Sarkozy tuvo la oportunidad de triplicar el cara a cara, en las precedentes elecciones, no se esforzó en conceder tal ventaja a su adversaria.

La polémica parecía zanjada con la respuesta pero, la ambición de audiencia, de una parte, y la fuerte impregnación sarkozysta del medio audiovisual, de otra, propiciaban, ayer mismo, la llegada de una segunda oferta destinada a asegurar que la mediatización se convierta en un elemento de debate en la recta final de campaña electoral.

Hasta cuatro antenas -Europe 1, France Inter, RMC y RTL- se han puesto de acuerdo en proponer a los dos candidatos un debate que se difundiría en las cuatro emisoras. Sin esperar a la respuesta de Sarkozy, el candidato socialista volvía a parapetarse en la «tradición republicana» para insistir en que habrá un único duelo televisivo.

Sarkozy necesita de la tensión como del aire que respira y la idea de Hollande de dejar correr las fechas, sin demasiados encontronazos, para alcanzar una plácida victoria el 6 de mayo no le conviene al candidato de la derecha. Además, tampoco va con su estilo. En este caso, puede que hasta tenga razón porque, a diferencia de 2007, su prioridad hoy no es tanto convencer a los centristas del silencioso Bayrou, como decantar a su favor el fabuloso caudal de voto reunido por la neófita líder de la ultraderecha.

Para cautivar al votante frentista Sarkozy se ha apoyado en dos pilares del exitoso discurso de Marine Le Pen. El día que la dirigente del FN consagrará a homenajear a Juana de Arco, el todavía presidente tratará de ganarse la atención de una parte de su ecléctico electorado. A ese fin, Sarkozy ha optado por instrumentalizar la fecha del Primero de Mayo. Primero, lanzando sus dagas a los sindicatos. Y, a renglón seguido, organizando una misa partidaria.

Inspirándose en Petain, honrará en su desfile al «trabajo de verdad» frente al «estatus del trabajo». Con la excusa de atacar al corporativismo sindical, lo que en realidad cuestiona Sarkozy es el cuadro de derechos de que se dotaron con lucha y sudor los trabajadores.

Como segundo eje de discurso, Sarkozy recocinará algunas de sus iniciativas contra la inmigración. Como prueba un botón. El presidente ha anunciado un examen de francés para quienes aspiren a regularizar su situación en Francia. El pequeño detalle es que esa prueba ya está en vigor desde el pasado enero.

El guiño petenista trata de poner bajo presión a Le Pen. Sin embargo, ni los resultados del 22 de abril ni la proximidad de los comicios legislativos aconsejan a la dirigente ultraderechista sucumbir al ruido de la fanfarria sarkozysta ni a los cantos de sirena de un candidato que en la primera vuelta ha estigmatizado al elector del FN para, a la vista de su pujanza, expresar ahora que ese partido de ideas xenófobas tiene cabida en el escenario republicano. Si es así, tanto Sarkozy como Hollande deberían explicar por qué sus respectivos partidos han persistido durante décadas en la idea de establecer un «cinturón de higiene democrática». Deberían explicar por qué han expulsado al FN -que no a su ideario- de las instituciones, usando para ello como única arma una reglamentación electoral abusiva que, por extensión, ha convertido a esas mismas instituciones en menos democráticas al cerrar el paso a otras opciones, pongamos, las de las naciones que conviven en el Hexágono.

Tanta estridencia no conviene a Hollande. A estas horas preocupado en dar confianza a unos mercados que podrían «saludar» su eventual victoria con maniobras especulativas. El líder tranquilo buscará su propio formato para, simplemente, no desentonar el Primero de Mayo.

Mélenchon, el timonel de la transición de la izquierda histórica a la izquierda posible

Los resultados de la primera vuelta de las presidenciales han unido, siquiera por su proximidad en la tabla de resultados, los destinos de dos personalidades atípicas, a dos líderes que no tienen referencia en las últimas décadas de la política hexagonal. Atendiendo a los resultados, la primera reflexión debería consagrarse a la primera dama del Frente Nacional, Marine Le Pen. Sin embargo, el recorrido del Front de Gauche en la perspectiva del retorno de un dirigente del PS al Elíseo presenta elementos de análisis que justifican el vuelco de prioridades. La eclosión de la figura de Jean-Luc Mélenchon ha interrumpido la lenta agonía de un PCF al que las heridas sociales derivadas de la globalización y las contradicciones identitarias de la sociedad francesa han jugado una mala pasada.

Las elecciones presidenciales han marcado una recuperación de las esperanzas militantes y, lo que es más importante, han proyectado una imagen de éxito capaz de atraer a sectores que simplemente habían desconectado de la política.

La fuerte ola de movilizaciones del periodo 2008-2010 ha podido ser el campamento base de esa acumulación de fuerzas. Sin caer en el culto al personalismo, tampoco cabe renegar de la capacidad de aglutinar demostrada por un orador desenfadado e incisivo. Desde tiempos del ex secretario general Georges Marchais al que el documentalista Yvan Jeuland apodó el catódico, el PCF no había contado con una voz capaz de romper el maleficio que le condenaba a dar eco a un pasado más o menos esplendoroso.

Tras conocerse el ganador de la primera vuelta, Mélenchon sumó a su apoyo a Hollande cara al 6 de mayo una oferta de acuerdo para consolidar el cambio de ciclo con una mayoría de izquierda en el Parlamento. Ayer, Benoît Hamon, portavoz del PS, se declaraba dispuesto a una entente para asegurar un doblete a la izquierda y frenar de paso al FN.

medios

Los medios se han enamorado de una campaña que arroja cifras de audiencia inéditas. Cuatro radios remachaban ayer la iniciativa de Sarkozy de que haya más de un debate. François Hollande se escuda en la tradición republicana para rehusar la invitación.

silencio

Nicolas Sarkozy no oculta su malestar por las opiniones que ponen en duda sus posibilidades. Dice que él también reflexiona sobre todas las hipótesis, pero que no las expone públicamente. Como ha hecho, digamos, su ministro de Exteriores, Juppé.

ambición

La opción ecologista cotiza a la baja y, por si Eva Joly no tuviera bastantes problemas, tras su apoyo sin precio a Hollande, alguna que otra estrella del firmamento verde se ha ofrecido nada menos que como ministrable del eventual ganador, Hollande.

De la extrema derecha a la derecha real y, ahora, a por la derecha social

No se trata de un juego de palabras sino de un resumen del camino ya recorrido y del itinerario soñado por el Frente Nacional. La primera parte del viaje fue recorrida por Jean-Marie Le Pen. A él cabe atribuir el éxito de inocular las ideas de la extrema derecha en la política tradicional francesa. Los primeros escarceos se remontan a la gobernanza socialista y prosiguen con Chirac. No obstante, la comunión ideológica se produce con Sarkozy. Incluso desde antes de que éste llegara al Eliseo, pero de forma muy marcada en su quinquenato presidencial. Las políticas de quiebra del equilibrio social y los excesos securitarios a los que se ha consagrado el líder de la UMP legitimaron primero las posiciones históricas de la ultraderecha francesa y, ahora, han banalizado el voto a una formación política que, a partir de los resultados logrados en la primera vuelta de la presidencial se siente autorizada a construir su ambición: la de hacer pivotar la acción política sobre los miedos y los egoísmos de una sociedad en crisis. Su objetivo es dar forma política a esa variopinta derecha social. Su prioridad inmediata es trasladar el efecto del 22 de abril a las legislativas. Sin embargo, las lógicas son distintas. Un FN adicto a las disputas internas no ha consentido nunca en la promoción de personalidades. Ello le resta solvencia territorial. Los cortafuegos del sistema electoral son otro obstáculo a superar para volver, como en 1986, a calentar escaño en el Parlamento.

nombres

El FN baraja diversos nombres para tratar de regresar al Parlamento del que está ausente desde 1986. La nueva marca electoral buscará conceptos como alianza o agrupación, para tender puentes hacia sectores soberanistas y gaullistas.

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