Apoyado sobre su bastón y con una mirada desafiante, no exenta de cinismo, traza con un rotulador una línea que divide en dos una pizarra en blanco. En el lado izquierdo de esta, escribe el nombre de Dios y en el derecho su nombre, House. De esta manera simbólica, el Dr. Gregory House plantea su eterno duelo contra las supersticiones y la fe desorbitada que atentan contra la lógica y que han cobrado forma en uno de sus pacientes, un joven visionario que por mediación directa con Dios, afirma realizar milagros.

En el año 2004, el creador David Shore -acompañado por los productores ejecutivos Katie Jacobs y Paul Attanasio- se presentaron con un nuevo proyecto en las oficinas de la cadena televisiva Fox Broadcasting Company. Se trataba de una teleserie de temática medico-detectivesca fuertemente emparentada con uno de los grandes éxitos del momento, «CSI».

El principal punto de originalidad radicaba en que la enfermedad era tomada como un crimen y quien lo resolvía era un médico con alma de detective que se valía de su perspicacia para resolver las misteriosas enfermedades utilizando, como pistas, los síntomas de los pacientes.

Médicos sin batas

Attanasio se basó en una serie de artículos publicados por la doctora Lisa Sanders en el «New York Times» y contactó con el escritor y productor David Shore («Ley y orden») para desarrollar esta idea matriz. Los responsables de la FOX únicamente pusieron una condición cuando dieron el visto bueno al proyecto: no querían ver batas blancas en los pasillos del hospital.

El cineasta Bryan Singer -autor de películas tan renombradas como «Sospechosos habituales»- se unió a la producción ejecutiva y se encargó de la dirección de varios episodios y fue David Shore quien se encargó del perfil de los personajes y la creación del protagonista central. Shore siempre ha afirmado que la principal fuente inspiradora de Gregory House fue el no menos peculiar detective privado creado por Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes.

Hugh Laurie se hizo con el papel protagonista tras enviar una audición que grabó en un baño de Namibia y mientras se encontraba en la filmación de «El vuelo del Fénix». Al cineasta Bryan Singer le cautivó la interpretación de este actor británico que él creía estadounidense y desde ese instante, este intérprete que no había despuntado en exceso dentro de la industria cinematográfica, logró el papel por el que, seguramente, será recordado siempre.

Después de protagonizar 170 episodios y varias «borderías», el doctor Gregory House cierra su consulta en el ficticio Hospital Universitario Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey.