No es necesario exprimir el argumento: la televisión es una escuela pública, privada, gratuita y de pago. Todo a la vez. Si uno se queda mirando mucho los informativos de las generalistas españolas, puede llegar a una conclusión bastante acertada: hoy es una escuela de delincuencia. Matizamos. Ver hablar a los políticos, mintiendo, volviendo a mentir, defraudando al electorado, a Hacienda, y a sus propios juramentos, es un muestra de un delito continuado contra el código ético pese a su abolición pragmática. No hay nada más provocador de la violencia social que comprobar la distribución de gastos, ingresos, recortes y subvenciones.

Pero si vamos parcelando este territorio de la delincuencia, podemos llegar al triángulo de la ignominia formado por policías, jueces e instituciones penitenciarias. Este triángulo forma parte de una figura geométrica mayor, a veces pentágono y otros hexágono, donde está la política como ensoñación retórica, la economía como cebo y la religión como excusa. Así que si uno ve tres informativos seguidos de algunos canales, puede acabar recibiendo un master de delincuencia fiscal, bancaria, financiera u otros tantos ítems de letras o de ciencias.

Pero enfocando con mayor campo de proximidad, uno recibe cursos intensivos de como hacer butrones, de como huir de la policía, evitar los últimos inventos de protección estática, o escuchar en horario infantil que un abogado diga con absoluto énfasis que un acusado tiene el derecho a mentir en defensa propia. O sea, te enseñan en esta escuela gratuita uno o dos registros de timos, robos sin violencia, atracos con escalo, alunizajes o carterismo de primer grado. Y también conceptos básicos para eludir la acción de la justicia. Es más, con la profusión de acciones policiales que han crecido casi tanto como la mayoría absoluta del PP, con cada reportaje tienen un fascículo para seguir aprendiendo en esta escuela de delincuencia tan bien estructurada. Las clases de apoyo lo dan los reportajes sobre las policías autonómicas. Los comentarios con las escenas peliculeras de la persecución por calles y autovías de Madrid con un helicóptero, eran para graduarse.