Maite SOROA | msoroa@gara.net
La indecencia de la «ultraizquierda»
Amenos de dos semanas de la segunda vuelta de las elecciones francesas, y con Hollande y Sarkozy cortejando a los ultras del Frente Nacional, y ante los poco amables y bien merecidos calificativos que se han ganado Le Pen y sus correligionarios, en «Libertaddigital» la cubana nacionalizada española Zoé Valdés advertía de que para malos malos, los de la izquierda. Y así, sostenía que «tanto la ecologista Eva Joly como el ultra comunista Jean-Luc Mélenchon, tan peligroso -como he subrayado tantas veces- como Le Pen, pero hacia quien los diarios de izquierda curiosamente muestran una simpatía sin precedentes, aun cuando este señor ha hecho alarde de estar de parte de los peores dictadores del planeta, han declarado que darán sus votos al candidato socialista. Esos votos de la ultraizquierda son tan indecentes como los de la ultraderecha si es que nos vamos a poner realistas y echamos mano de los crímenes de la historia». Servidora diría que Valdés se ha puesto de todo menos realista. Aunque lo de «ultraizquierda» tiene su guasa.
Pero por otra parte, es normal que Mélenchon y compañía le parezcan extremos, cuando a su juicio hasta Sarkozy es un rojeras. Vean lo que dice: «Para colmo, Sarkozy se ha vuelto demasiado de izquierdas para el gusto de muchos de sus seguidores, y un viraje brutal hacia la ultrade- recha de última hora le restaría credibilidad; Hollande tiene a su favor que cualquier tontería que haga, incluso si mañana se retrata besándose en la boca con Marine Le Pen, será bien visto y caerá gracioso, al fin y al cabo la izquierda puede permitírselo todo, sobre todo ganarse los votos de la ultraderecha sin que la prensa lo encuentre mal, y sin que nadie proteste». Al final, un tanto resignada, la columnista del diario digital de Federico Jiménez Losantos, tras afirmar que «ese 20 por ciento de Marine Le Pen es la prueba del descontento y de que la gente está harta de que le cuenten historias para dormir parados, como dice el dicho francés», concluye que «cualquiera de los dos cuando gane sabrá que lo habrá hecho con el voto de la ultraderecha, o de la ultraizquierda, ¿cuál es la diferencia?». No hay duda de que es una pregunta retórica. A ella le gusta más la primera.