La víspera, en la mesa redonda organizada por Lokarri, habíamos estado hablando del inmovilismo del Gobierno español, y expuse la idea de que uno de los resultados del cambio estratégico de la izquierda abertzale había sido que el bloqueo del escenario político y del proceso había dejado de tener un coste para el independentismo, pasando a ser un motivo de erosión para el Estado y su actual gestor, el PP. La reclamación de la ciudadanía vasca y la de los agentes internacionales se centra ahora en demandar movimientos al Gobierno español.

La campaña que en setiembre de 2010 exigió la libertad de José Luis Elkoro tenía el lema «Mugituko da» y el dibujo de un elefante al que pequeñas personitas forzaban a moverse. Permítaseme copiar la imagen. En la cuestión de los presos el elefante permanecía tumbado. A lo sumo, en ocasiones golpeaba con la trompa para causar más dolor. La postura se le ha hecho incómoda y se ha levantado. ¿Eso es bueno? De momento, es un hecho. Queríamos que se moviera y la lógica y la física imponen que sin levantarse no podía hacerlo. ¿Hacía dónde irá ahora? Ese es otro problema. Una cosa es el movimiento y otra la dirección. Pero una vez que el elefante se ha levantado, tiene poco sentido quejarse de que se ha quedado mirando para aquí o para allá o de que nos enseña el culo. No quería levantarse y lo ha hecho. Somos pequeños, así que hay que agudizar el ingenio para conseguir que camine por donde debe: por la senda marcada en Bilbo el 7 de enero por más de 110.000 hormiguitas.