ENSAYO
Máquinas de guerra
Iñaki URDANIBIA
Siempre es motivo de celebración la publicación de trabajos de Tiquun, como propuesta de recuperación de lo que en principio nos pertenece y nos ha sido arrebatado por los dispositivos que sirven para gobernar a los humanos. Es una ventana abierta a una comunidad y un intento de cortocircuitar la estupidez ambiental y las tecnologías que nos formatean a la medida de las necesidades del poder. Tiquun es resistencia, es rebelión, es pensamiento riguroso y radical. Afirma el filósofo italiano Giorgio Agamben que «Tiquun ha logrado radicalizar y analizar desde una nueva perspectiva los dos temas fundamentales del trabajo último de Michel Foucault: el análisis de las técnicas de gubernamentalidad y los procesos de subjetivización».
Asoman ya algunas de las influencias fundamentales en este grupo invisible: Michel Foucault, quien erigía su filosofía sobre tres puntos clave (Saber, Poder y Subjetivización); y Agamben, quien precisamente sigue la pista del autor de «Vigilar y castigar» y pone atención en lo que hace a la gubernamentalidad biopolítica que marca los cuerpos, y las mentes, de los ciudadanos. En dicha línea aclara: «Llamo dispositivo todo lo que tiene, de una manera u otra, la capacidad de capturar, de orientar, de determinar, de interceptar, de modelar, de controlar y de asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivos».
Junto a los citados, no se pueden ignorar los aires situacionistas y las rizomáticas derivas deleuzianas, con destacada huella libertaria, contra las sociedades de control... el quid residirá en hallar en eslabón débil por el que la cadena que nos sujeta pueda ceder.
Si señalaba que la aparición de textos de Tiquun siempre son motivo de contento, ahora salen dos a un tiempo; ergo, gozo por partida doble. El primero nos sitúa ante la imagen de «La Jovencita»: ni hombre ni mujer, es una imagen, un deseo de eterna juventud, que viene a escenificar la penetración de las cadenas capitalistas en nuestra mentes y maneras de vivir, haciendo que quedemos fascinados e impedidos para amar. Es una máquina de guerra esquiva y poderosa, y Tiquun despelleja su poder en los diferentes aspectos que cautivan y frenan nuestra plenitud, proponiendo una nueva educación sentimental.
El segundo se inicia con un texto de Gilles Deleuze que analiza la noción de dispositivo debida a Michel Foucault. Decía precisamente Deleuze: «Coge el arma mientras huyes». Algo de esto muestra el texto de Tiquun que acompaña al del autor del «Anti-Edipo»: trabajar para poner al alcance del personal saberes-poderes que puedan echar al traste los bastiones del kapitalismo (sic) y sus sofisticados dispositivos.
¡Novedad en el frente: vuelve Tiquun!